Los participantes en el Congreso hacen suyo el sufrimiento “de los sectores excluidos del mercado laboral, desposeídos de todo tipo de derechos sociales”, según un comunicado de la organización.
Abogan por el establecimiento de una sociedad más justa y equilibrada, en la que se deje oír la voz y el llanto de los más pobres entre los pobres.
Denuncian “la apatía y la falta de compromiso social de las confesiones religiosas, que se preocupan más por cuestiones de poder y por seguir defendiendo situaciones de privilegio en el terreno económico y social”.