Llegado el sábado fue el turno del coro femenino, que presentaba este año una idea futurista. Cádiz en el año 3000 pasa a llamarse ‘Gadix’, con un tipo que mezcla 'Avatar' y el peinado de Doc de 'Regreso al futuro'. “En este concurso todo está vendido, el nombre y los apellidos te marcan tu posición”. El primer tango parecía un ataque, pero finalmente dicen que quieren seguir aprendiendo de esos que se ganaron tener un nombre. El segundo lo dedican al pasado 8 de marzo en la lucha por la igualdad. Ven el futuro de una forma muy optimista en el popurrí.
Desde Chipiona llegaba tras el coro la comparsa ‘Los infinitos’, rindiendo homenaje a los artesanos de la fiesta. Buenas voces en este conjunto, que durante la presentación fueron adornando su vestimenta para darle color. Lamentaba en la primera letra la imagen que dan los medios nacionales de la provincia, mientras que New York Times la ve como un paraiso. En el segundo pasodoble un padre anima y apoya a su hija futbolista. Bonita letra. Completaron un buen pase con un popurrí muy entretenido. La tercerra agrupación de la noche fue la chirigota ‘Los que tienen mucho que perder’. Un grupo de sobre-peso. Primer pasodoble dedicado al Cádiz C.F y un segundo escatológica. Poco que destacar de ambas, tanto en letra como en interpretación. Los cuplés hicieron efecto bola del desierto. Popurrí prescindible.
Tras el trámite de la chirigota anterior no mejoró mucho el nivel con la comparsa portuense ‘Por ellos’. Un concepto explicado a medias, porque se llega a entender que el título se refiere a los niños (sacados como figurantes), pero el tipo no cobra mucho sentido. Primera letra de presentación y una segunda en la que quieren tomarse la justicia por su mano después de que violen a una hija de 15 años. Pocas voces en el grupo. El resto del repertorio se dispersa.
El único cuarteto de la noche tenía autoría de Antonio Rivas, autor hasta el pasado año del coro de Julio Pardo. ‘Matando el gusanillo’ se presenta con un tipo que ya hemos visto en el presente concurso y en la misma modalidad. La exhumación de Franco vuelve a cobrar protagonismo sobre las tablas del Falla, aunque con un repertorio que despunta poco. En esta ocasión acompañan al dictador tres gusanos, aunque solo hablan dos de ellos. El tercero es mero portador de la guitarra. Tras su actuación, es más que patente que el cuarteto se está muriendo.
Otra agrupación llegó desde El Puerto. La comparsa ‘La última batalla’ representa la lucha de los jubilados por las pensiones. Una idea que ya vimos días atrás con la agrupación de los niños del Barrio Santa María. Esta versión comparsista del concepto, sin embargo, no está tan bien caracterizada. La primera letra la dedicaron a aquellas familias sin casa mientras la iglesia acapara propiedades en desuso. Buen mensaje, pero la interpretación y la velocidad de la música hacen complicado seguir la letra. Segundo pasodoble en tono dramático. Cuplés de comparsa y un popurrí que continúa con la potencia y el ritmo desorbitado del resto del repertorio.
La penúltima agrupación de la noche fue una chirigota de Almería. ‘No nos perdemos ni una’ trajo un tipo muy ‘canijesco’, con exceso de foame. Algodón de azúcar, mazorca de maís, manzana caramelizada, patata asada o cartuchito de churros. Cualquier cosa que se puede encontrar en un puesto de feria. Pasodoble de corte clásico, en el que el bombo marca bien el compás. Primera letra de presentación, mientras que la segunda la dedicaron a las mujeres. El grupo venía afinado. Cortito el nivel de los cuplés.
Claridad en la noche
“Hágase la luz”. Y buena falta que hacía que nos alumbraran en una fría y oscura noche como la que llevábamos. Potencia en las voces, que no es sorpresa, y un faro que nos guía. Gran puesta en escena. ‘Los luceros’, de Chapa y Noly, se reafirman un año más como una de las agrupaciones dispuestas a encabezar la lista. Referencia a Paco Alba en el comienzo del primer pasodoble, con una música que se mece como las olas a los pies de un farero. Una melodía que te atrapa de principio a fin.
La segunda letra nos fue conduciendo por pasajes de Cádiz, estampas típicas donde fotografiarse, playas de la provincia, llevándonos en un giro final a la trágica imagen de las veinte muertes en el Estrecho. Muy bien desarrollada. Los cuplés pinchan, como es habitual en la modalidad -con la excepción de Juan Carlos Aragón-, pero el estribillo es una preciosidad. Con un popurrí donde una metáfora da pie a la siguiente, cargado de poesía y mensaje, completan una gran actuación.