Christian Rossiter, de 49 años, consiguió judicialmente el derecho a no recibir tratamiento por una infección respiratoria que finalmente acabó con su vida.
El pasado 14 de agosto, el Tribunal Supremo del estado de Australia Occidental permitió que los responsables del asilo en el que vivía Rossiter accedieran al deseo del enfermo de no recibir tratamiento para combatir la infección que le aquejaba.
El juez que emitió sentencia, no obstante, precisó que no se trataba de un caso de eutanasia, sino de concederle el derecho a Rossiter a dirigir –y rechazar2 su tratamiento médico, con conocimiento de las las consecuencias.
“Quiero dar las gracias a todos los que contribuyeron a hacer su vida lo más confortable y digna posible en sus últimos años”, dijo un hermano del fallecido.
Christian Rossiter se rompió la columna vertebral en un accidente de tráfico en 2004 y el año pasado quedó tetrapléjico tras sufrir otra caída en su casa.
Después de pedir hasta en 40 ocasiones a sus cuidadores que dejaran de alimentarle a través de un tubo conectado con su estómago, Rossiter comenzó su batalla legal para que le dejaran morir voluntariamente.