El Gobierno ha declarado el estado de catástrofe en la capital y otras 25 provincias afectadas por el temporal en la isla de Luzón, anunció el ministro de Defensa y presidente del Consejo Nacional de Coordinación de Desastres, Gilberto Teodoro.
Hasta 49 residentes de Rizal, al este de la capital y donde el agua llegó hasta cubrir los hombros, murieron ahogados en riadas y corrimientos de tierra causados por los aguaceros.
El resto de víctimas mortales se registraron en la zona metropolitana de Manila y provincias aledañas, donde al menos 280.000 residentes han tenido que abandonar sus hogares.
Pese al cese de las lluvias, la mayoría de ellos todavía no han podido ser evacuados a centros de refugiados y esperan a ser rescatados mientras se apresuran para salvar sus enseres del torrente de agua y lodo.
A las tareas de ayuda se ha sumado el Ejército y decenas de helicópteros militares han sobrevolado durante todo el día la capital para llevar alimento y ropa a los damnificados.
La presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, tuvo que tomar el metro para acudir a una reunión con su gabinete de crisis por las vías urbanas totalmente inundadas.
En apenas doce horas, cayeron el sábado sobre Manila y el resto de zonas afectadas 44,3 centímetros de lluvia por metro cuadrado, una cantidad superior a la media mensual en esta época del año y batiendo el récord anterior para una misma jornada, establecido en 1967.
Las imágenes de televisión mostraron a decenas de manileños desesperados subidos a los tejados de sus casas, donde muchos tuvieron que pasar la noche.
Otros afectados fueron vistos desplazándose en lanchas de plástico o improvisadas balsas por la ciudad, llena de coches abandonados y sumergidos y kilómetros atascos en casi todos sus 17 municipios, según vídeos colgados en internet por cientos de testigos.
Facebook, Twitter y un aluvión mensajes de teléfono móvil se convirtieron en pocas horas en la forma más eficaz de conseguir donaciones para los afectados.
Todavía es pronto para calcular las pérdidas económicas por los daños del aguacero, pero la declaración del estado de catástrofe permitirá recurrir a las arcas estatales para financiar la labor de reconstrucción.
Varios vuelos nacionales e internacionales fueron retrasados o cancelados cuando las aguas llegaron hasta el aeropuerto, y el suministro eléctrico fue interrumpido en los barrios más pobres para prevenir cortocircuitos.
“Nunca hemos visto algo como esto. El 80% del Metro Manila está bajo el agua”, comentó incrédula una portavoz de la Cruz Roja de Filipinas. Más de 2.000 pasajeros continúan varados en los puertos de la región oriental de Bicol, donde los barcos no pueden zarpar desde ayer por orden de la Guardia Costera.
Las autoridades insistieron en su llamamiento para que la población se quede en casa para no colapsar todavía más el tráfico y se abstenga de depositar basura cerca de los desagües para no reventar el vetusto sistema de cañerías del que dispone la mayoría de distritos.
Ketsana, de nombre local Ondoy, tocó tierra en Filipinas la madrugada del sábado con vientos superiores a los cien kilómetros por hora y en las próximas horas.