Es un enamorado de Huelva, que ha vivido siempre a caballo entre los barrios de Isla Chica y Huerta Mena, un amante de la cultura tras ser gestor en el Festival de Cine, la Casa Colón y el Gran Teatro y una persona de fiar, como dicen sus allegados. Ruperto Gallardo pasó de la presidencia de Ciudadanos en Huelva a pasar más de dos años como concejal no adscrito. Ahora, está dispuesto a irrumpir con fuerza en el Ayuntamiento de Huelva con Creo en Huelva, la formación política que ha fundado con su ‘socio’ Enrique Figueroa.
¿Con qué fuerza cree que va a llegar Creo en Huelva (CeH) el 26M?
–Con la que quieran los onubenses. Espero tener representación en el próximo gobierno del Ayuntamiento. Dice que CeH es un partido por y para Huelva.
¿Cree que hay partidos presos de sus líderes en otros lugares de España?
–No me cabe la menor duda. De ahí nuestro eslogan ‘Sin pedir permiso’. Lo he vivido cuando estaba en otro partido porque todo había que consultarlo y respetar los acuerdos hechos en Sevilla y Madrid. Por eso decidí dar un paso adelante para crear un partido.
Dos años siendo concejal no adscrito, ¿se pasa mucho frío?
–Pero se queda uno más libre. En esta vida lo más preciado es la libertad.
¿Con que te quedas de estos últimos cuatro años?
–Es una experiencia enriquecedora. También valoro el tiempo en la Diputación, porque me ha dado una visión mucho más general que el Ayuntamiento. Sobre todo me siento satisfecho de lo que he aprendido de nuestra ciudad y personas.
¿Qué balance hace de la legislatura socialista?
–Reconozco que la deuda que heredó era muy importante y nos tenía maniatados, pero lamento que la herencia también ha sido la inercia, y no se ha cambiado. El revulsivo que los onubenses esperaban no se ha notado en la calle. Lo mejor ha sido la parte económica pero echo en falta ese aire fresco que se esperaba.
¿Con qué se queda de su programa electoral?
–No es una foto fija. Lo entendemos como un proyecto abierto y de constante innovación. Destacamos la forma de hacer política desde la calle, es decir, entendemos que el alcalde de una ciudad debe ser el presidente de una comunidad de vecinos. Desde la cercanía intentamos hacer política. Los partidos coinciden en la inmensa mayoría en su programa pero hay diferencias. Nosotros apostamos por el servicio público, por el empleo, la universidad... Por ejemplo, queremos que las empresas de Huelva compitan en obras públicas y no siempre salgan adjudicadas otras de fuera con mayor tamaño.
¿Se considera alcaldable o concejable?
–Yo me considero alcaldable y más cuando últimamente no hay mayorías absolutas. A lo mejor soy alcalde con tres concejales.
¿Con qué partido no estaría dispuesto a pactar?
–Yo no tengo cordones sanitarios con nadie, tengo con las políticas. Lo que no entiendo es por qué hay que pactar gobiernos, sí propuestas.
¿Cree en una industria sostenible?
–No puede ser de otra manera. Las industrias de aquí cumplen todos los parámetros legales y están cumpliendo. ¿Que no nos gustan las chimeneas? De acuerdo, pero ahí las tenemos y ahí seguirán mientras cumplan con la ley.
¿Qué Huelva quiere?
–Quiero una Huelva alegre, con oportunidades, que las potencialidades de Huelva se vean factibles y se quiera invertir. Tenemos que hacer de Huelva una ciudad más atractiva para los que vengan de fuera. Quiero que el programa de empleo no haga que los servicios sociales estén colapsados, me gustaría que no haya que presentar mociones para que el Banco de Alimentos triplique su economía... La única misión de un partido es hacer felices la vida de la ciudadanía.
¿Qué es lo primero que haría como alcalde?
–Reunirme con los otros 26 concejales y poner todo lo que tengamos en común y priorizar. Asfaltar una calle no es de izquierdas o derechas pero qué calle asfaltamos antes sí. He demostrado, junto a Enrique Figueroa, que hemos sido capaces de darle estabilidad a un gobierno.
¿Cómo atraer más inversión a Huelva?
–Hay que contar mejor nuestras virtudes y no vender que somos una ciudad envenenada. Hay que dar seguridad jurídica y vender mejor las virtudes.
