Escritor e investigador incansable, escribió su primera obra de teatro con 14 años y, a raíz de ésta, le propusieron indagar sobre una pedanía de su pueblo natal, que dio como resultado ‘Hitoria de La Quintería’, libro con el que arrancó una carrera investigadora imparable.
Manuel Rodríguez Arévalo (Villanueva de la Reina, 1963) tiene publicados nueve libros y, en todos, hace un guiño a su provincia. Reconoce que siempre supo que no viviría de la investigación, pero que sí le podría dedicar su tiempo libre. “Siempre me ha interesado dar a conocer mi provincia y el valor que tiene. Ojalá hubiera más personas que se dedicaran a investigar”, reconoce uno de los pocos autores que escribe sobre Jaén.
Señala que es una provincia “con un potencial importantísimo a todos los niveles” y apunta a la necesidad de “darla a conocer entre propios y los de fuera”. Sobre la realidad de Jaén dice: “No somos capaces de aprovechar los recursos que tenemos ni de traer los que necesitamos. La situación de Jaén es culpa de los políticos. Quienes gestionan los recursos deberían darse una vuelta por toda la provincia y se darían cuenta de que tenemos mucho para sacar rendimiento, para no considerarnos la niña fea de Andalucía e ir todos a una”.
Actualmente se encuentra inmerso en la búsqueda de patrocinadores para su nuevo libro, ‘Tabernas, mesones, posadas y ventas de Jaén’, el décimo de su prolífica carrera investigadora y que arrancó hace siete años. Ya está en imprenta y estima que llegará a las librerías en marzo.
Abarca la vida e historias que narran las tabernas que funcionaron, en los 97 municipios jiennenses, desde mitad del siglo XVIII hasta 1970. “No quería que fuera únicamente un catálogo, sino contar qué ocurría en las tabernas, lugares de encuentro, tratos y sabiduría; donde se bebía vino y jugaba a las cartas; donde se desarrollaba toda la vida del pueblo. Las tabernas reflejan el carácter solidario que siempre ha primado entre los jiennenses”, reconoce.
No ha contabilizado las tabernas estudiadas, pero asegura que “en algunos pueblos había más establecimientos que vecinos, pues de cualquier rincón de la casa se generaba una taberna”, lamentando que “la mayoría ya están cerradas”.
Dice: “Eran lugares de convivencia, donde reinaba la amistad. Se acogía a quienes tenían necesidad, se les daba de comer, con tapas o lo que hubiera en el huerto. Como negocio, era una ruina. Todo ha cambiado, ahora esa solidaridad no existe”. Durante años han sido regentadas por hombres y sus nombres aludían a motes y aficiones, tales como ‘La perla’, de Andújar; ‘El cojo matagatos’, de Arjonilla; o ‘Las feas’, de la capital. “Tabernas como El Alcaudón, de la capital, ha dado de comer gratis a centenares de personas durante años”, aplaude.
En cuanto al papel de las mujeres, apunta a que “no entraban en las tabernas porque consideraban que sólo acudían hombres”. Explica: “Sí las regentaban, mayoritariamente al quedarse viudas del propietario”.
El resultado de las más de 150 entrevistas y más de 6.000 kilómetros recorridos han sido 850 páginas de un libro que dedica un capítulo a cada municipio jiennense, con más de 450 fotografías, y que también recoge las canciones típicas de la zona. Como en toda su obra, Rodríguez valora “la importancia de la tradición oral”. Defiende: “Tiene un valor incalculable. La información que ofrecen las coplas, los romances o leyendas habla de la historia de la provincia, de lo que no aparece en ningún archivo”.
Su primera inclusión provincial como escritor fue con ‘Leyendas del Santo Reino de Jaén’, del que nació ‘Jaén en romance’. Gracias a éste, forma parte de un grupo de investigación de la Universidad de Jaén, en el que trabaja en un proyecto de tradición oral, que abarca la comarca de Cazorla y La Alpujarra de Almería.
Ha reeditado ‘El tren del aceite-Linares-Puente Genil’ y ‘Los caminos del hierro’; y está inmerso en tres nuevos trabajos. Adelanta que prepara un libro sobre la historia del cuerpo de bomberos de la capital; otro sobre el ferrocarril de vía estrecha en la provincia (La Carolina y Linares); y uno más sobre las ermitas jiennenses. A todo ello, se suma su participación en Congresos de Historia, donde sitúa a Jaén en el mapa.