El mercadillo medieval no ha sido ajeno a la crisis económica que el país está viviendo. Los propios comerciantes lo reconocen: “Parece que la gente tiene un poco de miedo de gastar”, confesó Teresa de Jesús, de origen sudamericano y en España desde hace 15 años. Teresa regenta un puesto de piedras semipreciosas, mientras que su pareja, que se gana la vida con sus habilidades esotéricas, tiene el puesto unos 100 metros más adelante.
“Productos preciosos como los minerales son los primeros en sufrir esta crisis”, apunta la mujer, que ha notado un descenso en las ventas a pesar de “la gran acogida que hemos tenido los cinco años que hemos venido y la Feria, en la que también tenemos puesto”.
Pese a que en el parque María Cristina se sigue contando con el apoyo de la gente, Teresa de Jesús prefería la antigua ubicación de los puestos en la Plaza Alta, porque “el que sale acaba pasando por allí, quiera o no quiera, mientras que en el parque, un recinto más cerrado y apartado, tienes que pensarlo y hacerlo”. Otro problema observado por la comerciante es “la dispersión de los puestos. Parece que hay menos de los que en realidad están”, comenta.
No todos piensan lo mismo. Estela, natural de Mijas (Málaga), vende muñecas artesanales, clásicas, que hacen las delicias tanto de las más pequeñas de la casa como a sus madres y, sobre todo, a las abuelas. Sobre la ubicación se mostró indiferente: “Aquí estamos bien y la gente sigue viniendo igual”, asevera la malagueña, quien por cuatro euros pone nombre a la carta a sus peculiares muñecas.
Uno de los elementos estrella de este tipo de ferias es el esoterismo. El tarot, los amuletos y otro tipo de productos similares nunca faltan en el mercadillo medieval. Muy relacionado con la magia y espiritualidad del medievo están los objetos que evocan fantasía, como las hadas y las brujas, también muy solicitadas.
Para muchos, el atractivo de estas ferias está en la gran variedad de productos gastronómicos artesanales que ofrecen. En los puestos se pueden encontrar tartas con base de yogur y diferentes sabores, pasando por productos ibéricos -quesos, chacina-, frutos secos, dulces de elaboración propia o voluminosas piezas de pan de pueblo. Llama mucho la atención también ver a personas vestidas con sus galas medievales vendiendo productos tan actuales como hamburguesas, perritos calientes y pizza.
Por su parte, Francisco Martín elabora figuras de marmolina mediante un procedimiento laborioso con moldes de silicona y realizando los detalles con un aerógrafo. Sus modelos están patentados oficialmente y asevera tener mucho éxito con estas bellas figuras. En su puesto se pueden ver también hadas y brujas.
Juegos y espectáculos
Con motivo del mercadillo medieval, los organizadores ofrecieron a los visitantes una serie de espectáculos, atracciones y malabares para todos los gustos. Entre ellos, algunos de los que más atrajeron la atención fueron los pasacalles, ofrecidos en horario de mañana, tarde y noche, atracciones y puzzles infantiles, talleres de juegos de ingenio y los pintorescos juglares, antiguos pregoneros de noticias en forma de poemas a los que podía oirse por las calles del mercadillo.
En uno de los juegos, varios niños se subían a un caballo de juguete y su misión fue la de clavar sus lanzas en varios aros que colgaban sobre lo que parecía un columpio. Bajo la atenta mirada de sus padres y con la ayuda de los monitores, los niños lo pasaron en grande.
El espectáculo medieval ha concluido sin que algunos hayan podido disfrutar de él. Pero a aquellos que se hayan quedado con las ganas, basta con decirles que volverá el año que viene, aún con más sorpresas.