Las asociaciones de vecinos tendrán que mantener cerradas las puertas de sus sedes todavía. Al menos, “mientras que dure el estado de alarma”, explica Antonio Romero, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Isla de León y máximo representante del movimiento provincial.
Las autoridades sanitarias consideran este tipo de instalaciones lugares de alto riesgo de contagio del coronavirus, dada la edad, en la mayoría de los casos, de los integrantes de este colectivo, considerados grupo de riesgo. De manera que la Subdelegación del Gobierno comunicó la semana pasada por medio de las delegaciones municipales de Participación Ciudadana que se prohibían igualmente toda clase de actividades en el interior de los mismos.
Los juegos, los talleres, las clases de gimnasia, yoga o zumba, y el extenso catálogo de servicios ofertados siguen, por lo tanto, suspendidos “hasta un nuevo aviso” de la autoridad competente.
“No hay siquiera un protocolo para preparar la vuelta a la actividad habitual”, añade Romero, pero remarca que “no hemos parado” desde que se paralizó el país. En el ámbito local, la Federación de Asociaciones de Vecinos Isla de León ha repartido 12.000 kilos de alimentos a unas 89 familias isleñas, durante el confinamiento.
En Jerez, el colectivo, liderado por Sebastián Peña, al frente de la Federación de Asociaciones de Vecinos Solidaridad, también ha participado activamente en la iniciativa solidaria puesta en marcha por la cuadrilla del palio de María Santísima de los Dolores, Costaleros por nuestros mayores.
Por su parte, en El Puerto, la Federación Local de Asociaciones de Vecinos (Flave) Sol y Mar llevó a cabo una encuesta telefónica entre las entidades que la conforman y constató la creación de una red de colaboración entre los vecinos, en los propios barrios, casi de forma espontánea, desde el inicio del estado de alarma, poniendo a disposición sus recursos para que nadie se quede atrás, informó Luis Miguel Morales.
Y, por citar otro encomiable ejemplo entre los numerosos registrados en la provincia durante el confinamiento, las Asociaciones de Mujeres María de La Algaida y Las Tricotonas, así como vecinas de La Algaida, de los Llanos y otros puntos de Sanlúcar, relató hace unas semanas Raúl Bustillos, elaboraron numerosos ejemplares de mascarillas de algodón para que los agricultores de La Colonia y Los Llanos y el personal de las cooperativas de estas dos zonas pudieran utilizarlas.
“Esto marcará un antes y un después”, reconoce, no obstante, Antonio Romero, quien teme un “futuro incierto” para el movimiento vecinal, con la posibilidad organizar “actividades muy restringidas”.
Por de pronto, se cayeron las verbenas populares de primavera de la agenda y no hay ninguna otra prevista en temporada estival. Solo en La Isla, se celerban del orden de 14 o 16 cada año.
Sin embargo, no pierde todavía la esperanza de retomar y llevar a cabo el programa que había diseñado para el fomento de la participación ciudadana junto con la Diputación Provincial de Cádiz, que financiaba los gastos del proyecto, y que la pandemia ha frenado en seco.
Romero, participante en la fundación de la Confederación de Asociaciones Vecinales de la Provincia de Cádiz (Caveca) en julio de 2018 para revitalizar el movimiento y presidente, con la participación de las federaciones de Algeciras, La Línea, Tarifa, Arcos, Jerez, Sanlúcar, Cádiz, San Fernando, Chiclana, Puerto Real y El Puerto, espera finalmente puedan celebrar los talleres, conferencias y asamblea previstos porque, concluye, es más importante que nunca revitalizar un movimiento que, en los momentos más duros, ha mostrado iniciativa y fuerza.
Cariño de toda una barriada a su representante víctima de la pandemia
El presidente de la asociación de vecinos de la barriada El Pimiento, Juan González de Quevedo, en Jerez, ha sido protagonista, lamentablemente, de la crisis sanitaria por el fallecimiento de su mujer, Isabel, de 58 años. “Cada día que pasa, me va costando más, me está pegando el bajón”, relató a Rocío Alfaro para Viva Jerez, semanas después, al ser preguntado respecto a la crudeza de la enfermedad y sus consecuencias. González de Quevedo, que trabajó en el hospital de la ciudad como vigilante de seguridad, recibió todo el calor de sus vecinos y de varias dotaciones de Policía Nacional, Guardia Civil y ambulancias que quisieron homenajear a su esposa. “No hay que bajar la guardia”, declaró al inicio de la desescalada