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Escrito en el metro

La velada del helecho

agan sentencia muy claro que a lo largo de la historia: los demonios venden; los bromistas son aburridos y de mal gusto

Publicado: 25/06/2020 ·
12:14
· Actualizado: 25/06/2020 · 12:17
  • Imagen de una abuela. -
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Qué pueden tener en común una provocadora estrella musical, el presidente de una universidad, un exministro de interior y un obispo. Por sus declaraciones coinciden en pensar que el diablo está aquí, pero en el fondo es consecuencia de la enajenación producida por diferentes factores del fanatismo insano.

Al oírlos me acordé de ella, de Abuelita María. Algunas tardes de verano mientras merendábamos en las mecedoras que había en el cierre de forja con ventanales al puerto, me contaba historias sorprendentes de personajes que había conocido durante el mayor esplendor de Málaga, de cómo los Grund se ganaron la fama de acogedores e iba relatándome la historia que había detrás de cada uno de los elementos que decoraban aquel salón. Acababa con un suspiro mientras centraba su mirada en el peñón. Un día de San Juan  me contaba cómo siendo niña en un viaje a Sevilla con Mama Tula conoció a Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Con dificultad se levantó y apoyada en su bastón de nácar me trajo un cuadernillo. Era una novela de la escritora cubana publicada en el Folletín de las novedades y que llevaba por título La velada del helecho o el donativo del diablo, y que en su primera página contaba con un tierna dedicatoria. Ahora que se acerca Sanjuan debes leer este cuento, me sugirió. La narración se basaba en una vieja leyenda andaluza, recreada por ella en los Alpes, que contaba que a media noche de San Juan por un momento el diablo se presentaba, dejaba de ser maligno y entre los que lo velaban escondidos entre la helechada, elegía a uno para cumplir un deseo.

Nada más indicado para que aquellos dedicados a amedrentar a ignorantes que se oculten la noche del próximo solsticio tras un helecho, a ver si el donativo de sus demonios los hace más cuerdos. Y como  penitencia por su mal debieran leer la clarificadora obra del gran divulgador científico Carl Sagan con un apropiado título para la ocasión, El mundo y sus demonios, y con el terapéutico subtitulo La ciencia como una luz en la oscuridad. Sagan sentencia muy claro que a lo largo de la historia: los demonios venden; los bromistas son aburridos y de mal gusto. Que aquellos iluminados dejen sus absurdas bromas y acudan más a beber en la cantina de la Ciencia.

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