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Miércoles 27/11/2024
 

San Fernando

“No hay voces discrepantes en el PP. Si las hay, están callados”

La última entrevista política a José María Rodríguez Romero fue en el mes de julio de 2013 y refleja la honestidad del político y del hombre en toda su pureza.

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(Entrevista publicada el 28 de julio de 2013, la última en la que José María Rodríguez Romero habla de temas políticos)

No es un hombre que se ha dedicado a la política toda su vida, en el sentido que se le da ahora y en demasiados casos de una forma literal. Es un hombre que ha servido durante gran parte de su vida a su ciudad a través de la política, ocupando cargos públicos no remunerados o mal remunerados, cuando la política no era un oficio sino una vocación de servicio. Máxime cuando la mayor parte del tiempo ha estado en la oposición.

Concejal en los tres últimos años de los ayuntamientos predemocráticos y luego en los democráticos, dice que el hecho de no vivir de la política hacía que no se le pudiera dedicar tanto tiempo como ahora, cuando muchos de los que ejercen cargos públicos son prácticamente profesionales de la cosa pública, pero “se hacía con más corazón”.

Ser político en aquellos tiempos no era la confrontación permanente que se da en la actualidad, con los políticos gastando saliva en contestar al contrario antes que en convencer a la autoridad competente de que arbitre soluciones. “Eran tiempos en los que los carteles los pegábamos nosotros, cuando ahora se contrata a una empresa, y terminábamos a las seis de la mañana en la alameda con Ignacio Vera (PCE y PSOE) o Rosales (PCE), charlando tranquilamente” en medio del fragor de una campaña electoral.

Eran también tiempos en los que los políticos se dedicaban a solucionar problemas antes que a crearlos “porque no sabíamos de política. En los tres últimos años antes de la democracia, política, cero; y luego nos llamaban de una barriada e íbamos a solucionar el problema”. Tiempos también en los que los corporativos municipales no dejaban de ser amigos además de rivales políticos, porque no existía más interés por parte de unos y de otros que arreglar lo que fuera menester.

Una prueba -entre muchas- de amistad entre concejales de signos políticos radicalmente opuestos es la que mantenían Rodríguez Romero y Juan Ibáñez Haro, ambos del PP, con Ignacio Vera Bustamante, recientemente fallecido, en cuya misa de corpore insepulto participaron activa y emocionadamente los dos primeros.

Aquellos primeros años de ayuntamientos democráticos los recuerda Rodríguez Romero como el del “levantamiento de las alfombras” del Consistorio para ver cómo se habían hecho las cosas “y no encontraron nada porque no se había hecho nada mal”.

La época predemocrática no fue la única en la que Rodríguez Romero participó en el Gobierno municipal. En el primero de los pactos del PP con el Partido Andalucista, cuando el PSOE le tiraba los tejos al PP en la segunda Corporación, ganó el hecho de que el PSOE les ofrecía “un arreglo económico” por su apoyo mientras que el PA les ofrecía entrar en el Gobierno, que “era lo que nosotros queríamos”.

En aquel órgano de gestión mucho más plural que los actuales, que se llamaba Comisión Permanente, participaban el Gobierno municipal y dos concejales de la oposición, y allí se ofrecía información de todo lo que el Gobierno hacía, nada que ver con la cicatería de ahora cuando las preguntas se contestan a los dos o tres meses en cuatro líneas, aunque todavía existen la Junta de Portavoces, que viene a ser lo mismo pero más reducido.

Los populares apoyaron a Avelino Arias como alcalde andalucista, aunque éste posteriormente se pasó al PSOE que gobernó hasta que se produjo el llamado Pacto por La Isla, en 1989, un mandato corporativo en el que Rodríguez Romero no fue concejal.

¿Cuándo comenzó a cambiar todo? ¿Cuándo esa colaboración  entre las fuerzas políticas pasó a convertirse en enfrentamiento, en recelo? ¿Cuándo comenzó a ganarle terreno la opacidad a la transparencia? “Cuando comenzaron a verse los ayuntamientos como un posible puesto de trabajo, como una alternativa al trabajo”. O sea, cuando en la Alcaldía ya no pagaba el propio alcalde lo que se consumía de una pequeña nevera que tenía por si había que atender a alguna visita. Por ejemplo.

Y es cierto, reconoce José María Romero. Muchos políticos han “nacido” dentro del partido, desde las juventudes hasta el aparato principal y no conocen otra cosa que no sea la política, no se les conoce trabajo previo en contacto con la calle. Los hay en todos los partidos, y en San Fernando, también. Daniel Nieto en el Partido Popular; Jaime Armario en el PSOE. E incluso el actual delegado del Gobierno de la Junta en Cádiz, Fernando López Gil, aunque a este se le conoce actividad laboral previa.

Obviamente no es el caso de José María Rodríguez Romero, ni de muchos otros que pasaron por el Ayuntamiento y por el Partido Popular hasta los últimos diez años, cuando se puede hablar de una radicalización de la política como oficio.

—Yo fui fundador del Partido Popular en San Fernando, uno de los fundadores, pero nadie puede decir que yo me haya aprovechado del puesto para ir escalando posiciones superiores a la de concejal. Yo he ido abriendo las puertas a presidentes. Abrí puertas en un momento determinado a José Antonio Pérez Arévalo hasta que él pudo. Dejé sitio a José Tomás Fernández Camacho….

—Ahí hubo un cisma, ¿no?

—Hubo cisma. Yo ese mandato no fui concejal. ¿Que me equivoqué? Pues seguramente. La trayectoria que llevábamos en el Ayuntamiento y la que llevó él eran distintas.  Le abrimos las puertas a Juan Ibáñez que fue diputado en Madrid. ¿Mari Carmen Pedemonte? Le abrimos las puertas Juan (Ibáñez) y yo. No me gustan cosas que ha hecho Mamen Pedemonte en el Ayuntamiento. Lo del tranvía. Y la apertura que había en las reuniones en la sede de la Alameda, ahora empieza con Pepe Loaiza a verse un poco más, pero ha habido un lapsus ahí en el que no había ni reuniones ni había comunicación entre los afiliados.

—¿Hay participación dentro de los partidos políticos o es como decía Alfonso Guerra, “el que se mueva no sale en la foto”?

—Yo sé que yo voy a un comité ejecutivo y hablo. En ningún sitio al que vaya dejaré de decir algo si lo tengo que decir. Aunque sea negativo. Y noto que se me hace caso. Será por la veteranía.

—Usted tiene una autoridad dentro del partido. ¿Pero hay voces discrepantes o es sólo la suya y las de otros más veteranos?

—No hay voces discrepantes. Si las hay, están callados. Ha habido algunas, porque Alfonso (González Nantes), siendo secretario general, alzó la voz y me pareció muy bien contra la posible candidatura de Antonio Moreno a la Alcaldía.

—Y José Ramón Cué, y Francisca Rivero, y Marisa Chas… Y desaparecieron.

—Eso es lo triste, desaparecer.

—¿Pero por qué desaparecen? ¿No los dejan vivir dentro?

—No lo entiendo. Yo en mi época de presidente en la Alameda tuve varias peloteras con dos personas, con Marisa Chas, que decía lo que decía y lo que decía era fuerte y al final se marchó. Nadie la echó. Manolo García, que fue presidente de Nuevas Generaciones, también hizo causa común con Marisa Chas y se fue también. Podían haber seguido perfectamente.

—¿Pero por qué se van?

—No lo sé. O porque van pensando en hacer algo que después no consiguen, puede ser una cosa oscura o puede ser una cosa transparente. No lo consiguen y ya está. Camacho, prácticamente, también se fue, lo que pasa es que hay formas de irse. Irse destrozando no es bueno. Esa gente sobran en los partidos políticos. Yo no me iría nunca del Partido Popular, si me voy algún día. Me llevaré mi carnet y ya está, pero diré la verdad siempre. Un caso muy concreto que recuerdo ahora fue en la Escuela de Suboficiales, en una jura de bandera presidida por el Príncipe siendo ministro de Defensa Federico Trillo y me quedé con las ganas de decirle dos o tres cosas. Pero yo no era el presidente del PP, la presidenta era Mamen Pedemonte. Por que que nosotros le echamos en cara al PSOE que no hizo nada por la Escuela de Tiro, que no lo hizo, y porque había un ministro de Defensa del PP que era cartagenero no le dijimos nada. Y luego se la llevaron a Ferrol, luego no hacía tanta falta en Cartagena.

—¿Le hubieran dado a Pedemonte la consulta popular sobre el tranvía si se la hubiera exigido a los andalucistas en el pacto de 2007?

—Se recogieron 9.000 firmas en contra del tranvía por la calle Real. Que luego eso se convirtiera en un acuerdo para gobernar el ayuntamiento, yo eso no lo hubiera hecho nunca.

—Lo que digo es que si el PP hubiera dicho o consulta popular o no hay pacto, posiblemente se lo habrían concedido.

—Puede ser porque no a la consulta fue no del PA y no del PSOE, tenían mayoría entre los dos. Yo creo que a lo mejor hubiese aceptado.

José María Romero, de todas formas, siempre se ha mostrado en contra del tranvía por la calle Real porque “divide la ciudad”. Y recuerda que el tranvía estaba previsto en un principio por la Ronda del Estero. Luego –y eso lo aportaba este medio- el Partido Andalucista en el Ayuntamiento presentó alegaciones al Plan de Ordenación del Territorio (POT) de la Bahía de Cádiz consiguiendo que se modificase.

¿Que fue porque así se ahorraba el Ayuntamiento los millones de pesetas que costaba arreglar el alcantarillado de la calle Real, que con las obras del tranvía se demostró que hubiera costado más de lo que el Gobierno de finales del siglo pasado presumía? Pudiera ser esa y otras razones, como la de tener un tranvía por el centro de la ciudad, simplemente. De hecho –dice Romero- “ahora ha salido Ciudadanos por La Isla diciendo que hay que pagar cinco millones de euros”.

—Hablando de Ciudadanos por La Isla, que son gente de derechas, ¿si este partido no se hubiera presentado a las elecciones, en las que consiguió tres mil votos, el PP habría ganado por mayoría absoluta? ¿No fue una mala gestión del PP?      

—En la época en que yo estuve en Diputación, después no sé qué ha podido pasar, yo conocía a los dos hermanos Cano y los dos me respondían como PP.

—Javier Cano se ofreció para ser cabeza de lista del PP.

—A mí me extrañó esa división. Pero ellos tomaron parte por la plataforma antitranvía de la calle Real y se tuvieron que decidir. Pero para mí era un candidato bueno. Pero había gente que manejaba eso por debajo, en la oscuridad. Cano daba la cara y el ex juez Zambrano Ballester ha dado la cara, pero hay algunos que no dieron la cara y estaban escondiditos. Esos son los que a mí no me gustan. Esos fueron los que fueron a visitar a gente del PP a sus casas a invitarles a que hiciesen algo en contra del propio partido para que estuviera en contra del tranvía y si les decían que no, se cabreaban además.

—Se supone que ahora pasará tres cuartos de lo mismo y con un agravante. Ahora está Ciudadanos por La Isla y Ciudadanos por San Fernando, dos de partidos de votantes del PP que se van a presentar a las elecciones.

—Pues eso puede suponerle al PP… También hay una cosa que no quiero dejar de decir. Para mí, quien está haciendo lo mejor y es el más políticos de los que ha habido, es Pepe Loiza.

La Isla, y no se le escapa a nadie, es un conjunto de proyectos que nacieron hace decenios y que no se terminan de solucionar. Entre ellos la desafectación de Camposoto. Romero recuerda que con el Gobierno de José María Aznar se llegó al inicio de la desafectación de 340.000 metro cuadrados. Pero el ex concejal cree que las decisiones en ese campo no las toman los políticos, sino “los propios mandos militares” que dicen de lo que se puede prescindir y de lo que no. Para ello recuerda que el Ministerio de Defensa actualmente están vendiendo suelo en todos sitios.

Pero eso no quita que no comprenda que el Ejército “se encierre ahora cuando no hay un CIR, sólo un acuartelamiento de artillería y se diga que no a esos 340.000 metros cuadrados”.

José María Romero dice que la parte que está en la Leocadia siempre ha sido un objetivo del Ayuntamiento. De hecho, allí mismo podría haber existido un náutico si se hubiera dragado el caño que está en la trasera de Casa Pepe y que llega hasta el caño principal. “Con dragar un metro, se hace allí una explanada magnífica para un acceso náutico-deportivo. Y eso ya se pensaba antes de la democracia.”

—¿Cree que hemos perdido todos los trenes?

—Se han perdido bastantes. Se ha perdido el principal, que es el de la industria. No digo que sea exclusivo de San Fernando porque se ha perdido en toda la Bahía de Cádiz, y eso creo que no se va a recuperar nunca. Un San Carlos desaparecido con esa transformación que quisieron hacer que fue un fracaso total,,debería de haber llamado la atención… La Fábrica de Artillería, Bazán San Fernando, que no hay gente preparada en la Bahía para hacer buques de guerra, que no es tan fácil. Toda es generación de proyectistas, de ingenieros, de operarios… eso ya no existe. Es muy distinta al industria de ahora a la de antes. El astillero de Cádiz, con los barcos mercantes… No sé. Hay otros países por ahí que los están haciendo mucho más baratos.

—Si nos quitan la poca industria que tenemos…

—-¿Entonces qué queda? El turismo. Aquí se habló de turismo en Camposoto, se habló de un campo de golf. Cuando se hizo el desvío de la línea de tiro me invitaron a asistir en una pequeña reunión en el polígono Costilla y se nos enseñó un proyecto que no iba a afectar ni a la Punta del Boquerón, Sancti Petri ni a la playa. Se trataba de hacer una especie de islas artificiales dentro del agua, pero esas islas artificiales, a la larga, iban a ser una pared para coartar la libertad de uso de toda la zona. Y conseguimos que no se hicieran. Y ya debía de estar toda la zona de la playa, entre Camposoto y Torregorda, limpia de proyectiles para que se pueda utilizar todo eso, que no se puede utilizar. Yo he ido allí más de una vez a pescar y en los charcos que quedan con la marea baja se ven los pepinos que quedan de cinco y de tres pulgadas. Luego no lo han limpiado, y eso lo debían de limpiar. Podría pensarse en hacer un embarcadero, hoteles de baja altura donde está el campo de tiro de fusil, la zona de la Leocadia. ¿Por qué no se aprovecha eso más, que está aislado ese mirador de pájaros, que no sirve para otra cosa? Ahora se quiere hacer un sendero para los caballos. A ver cómo van los caballos por ahí, Pero hay mucho sitio para hacer.

 

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