La expresión ha sido utilizada con profusión por los dos últimos alcaldes. El del Partido Popular, José Loaiza y la alcaldesa actual, la socialista Patricia Cavada. Principalmente referida al Parque de la Historia y el Mar, ese proyecto que antes de meterle mano para reconvertirlo en centro de formación naval para Navantia ya había costado la friolera de once millones de euros y que sigue tragando dinero público.
Pero también para otros proyectos que nacieron con la crisis del 2008 -el anterior es precisamente de la política a escala nacional y mundial que llevó a la crisis, la de gastar como si no hubiera un mañana- y que no se terminaron porque nadie sabía por dónde meterle mano.
Es el caso del Pabellón deportivo de la barriada Andalucía que antes iba a ser también un centro para los vecinos y muchas cosas más al albur de las ocurrencias de unos y otros y los pomposos nombres que los políticos les ponen a los proyectos. Levantadas las primeras piedras con el Plan E del ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero -hasta hace poco se veía la ñ de España en algún cartel descolorido-, se quedaron paradas durante años en una especie de monumento a la incompetencia de unos y de otros.
En 2019 por fin se pusieron en marcha las obras y han sido necesarios casi 700.000 euros más -sumados a los 830.000 euros del Plan de Inversión Local (FEIL) de 2008-2010)-para terminarlas y entregar el equipamiento a la asociación de vecinos, a los clubes de la ciudad y ponerlo a funcionar hasta el punto de antes de inaugurarse ya se habían sorteados los usos entre las asociaciones deportivas.
Las obras en el centro de formación de Navantia y la finalización de las instalaciones deportivas suponen la “resurrección” de dos de los “muertos” de la época de las vacas gordas.
Puede apuntarse el tanto Patricia Cavada en ambos casos -sobre todo en el primero porque era el que tenía el porvenir más negro (tocando madera)- pero quedan algunos muertos más que van a necesitar de imaginación y dinero que no hay para que dejen de ser un monumento a la ruina.
El polígono Fadricas II que iba a producir 2.000 puestos de trabajo de la noche a la mañana sólo es un descampado donde se hace un poco de todo -nada industrial- mientras que en verano se convierte en candidato a quemarse y ahumar a los vecinos de los alrededores, según el viento.
Ha comenzado una primera obra de la Edusi en La Almadraba pero queda mucha Edusi por delante y la playa que este año ha sido la joya de la corona no ha lucido porque alguien hizo mal los números de la pasarela y hubo que repetirla.
Quedan tres años y demasiados proyectos sobre la mesa -el Ayuntamiento no se cuenta que ni está abierto ni es de un único mandato y partido- y se va a inaugurar o algo así el Centro de Interpretación de Camarón, aunque sin contar con la gestión integral que es como abrirlo un día para regalar las mascarillas ya compradas.
Quedan tres años y a estas altura la ciudadanía se conforma con que comiencen obras y finalicen, como las de las retrasadas Escuela de Adultos en la plaza San José, para empezar a creer esa cantinela del equipo de Gobierno de cambiar el modelo productivo de la ciudad. Que posiblemente a estas alturas y en este año del coronavirus que lo ha trastocado todo, no sea el mejor uno basado en la hostelería y el comercio, damnificados predilectos de la pandemia.
Pero todo eso no quita que se afine la puntería en ese modelo productivo como no quita que el Gobierno de Patricia Cavada ha sido capaz de resucitar a esos dos muertos que pesaban como losas en las arcas públicas en el ánimo de la ciudadanía.
Ánimo y adelante con los milagros.
