Las derrotas tienen consecuencias. Hoy todas las hipótesis están abiertas. Ciudadanos está abierto en canal y desde la fusión con el PP a la forzada dimisión de su cúpula puede suceder cualquier cosa en los próximos meses. Constituyó la esperanza blanca de un nuevo partido centrista, liberal, necesario en España. Ganó las elecciones catalanas hace bien pocos años -2017- y , en las encuestas, iba primero como opción de gobierno nacional en esas mismas fechas. Después vino el veto de Albert Rivera a gobernar con el partido socialista, el desprecio personal continuado a Pedro Sánchez con una sarta de calificativos sin sentido político alguno como “la banda de Sánchez”, los pactos para desalojar al PSOE en ayuntamientos y comunidades - primero fue en Andalucía-, con el pacto a tres con el PP y Vox y la exclusión de cualquier acuerdo con el PSOE. Vino luego la famosa foto de Colón de los tres partidos, en los que Ciudadanos y Partido Popular dieron entrada en la vida política normalizada y constitucional al partido ultraderechista. Abascal se situó al mismo nivel que Casado y Rivera. Fue aceptado y los pactos entre ellos fueron presentados como habitual y aceptable.
Tras todo ello, Rivera fracasó. Perdió 50 diputados nacionales. Dimitió -eso lo hizo bien- y se retiró de la vida política activa. Quedó resentido contra Arrimadas, que ya había dejado abandonada su responsabilidad como ganadora de las elecciones catalanas. Ello se paga. Ahora es Arrimadas la que pierde 30 diputados catalanes y pone al partido con respiración asistida y a punto de convertirse en una jaula de grillos.
Pablo Casado ha dado la noticia del día y de la semana: el abandono del PP de la sede, desde 1983, de la calle Génova 13. Empieza la constatación de la serie “Se ha cometido un crimen”, en este caso un fraude, con la financiación irregular del PP. La noticia del mes la puede dar, sin embargo, Bárcenas en los distintos interrogatorios pendientes. Por ello, la segunda decisión de Casado del día de ayer ha sido la de no entrar en la valoración de cualquier circunstancia judicial que tenga que ver con la corrupción del PP. La primera es razonable. Significa soltar lastre y salir de una ubicación tan icónica como contaminada. La segunda es incomprensible porque el silencio lo romperá la prensa que tendrá que contar los hechos.