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Jueves 14/11/2024
 

Jerez

Irene, la abuela de 80 años a la que sus nietos cantan mientras le vacunan

Esta vecina de Jerez es una de las 2.100 personas que este fin de semana ha podido ponerse la primera dosis de la vacuna Pfizer en Ifeca

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  • "Ha sido un día histórico", cuenta su hija emocionada

El Servicio Andaluz de Salud (SAS) tenía previsto poner desde el viernes en Ifeca la primera dosis de la vacuna Pfizer del coronavirus a unas 2.100 personas mayores de 80 años tras haber sido citadas por su centro de salud. Detrás de cada una de ellas hay una historia y una familia. Más de 2.000 historias y 2.000 familias. Hoy nos vamos a detener en la de Irene, vecina de Jerez, de 80 años, que ayer acudió arropada por su hija Irene, su yerno y sus tres nietos en el coche familiar en un día que ya consideran “histórico”. 

“Le hemos hecho un vídeo, hemos cantado a la abuela y hemos dado las gracias a los sanitarios. Y esto también ha servido para que ella no estuviera nerviosa. Realmente ha sido un día histórico. Ella más que nerviosa, estaba inquieta, intranquila. Nos llamaron el viernes desde su centro de salud y lleva desde el sábado preguntando a qué hora era la vacuna. Es normal porque es un cambio de rutina”, explica su hija, Irene Rodríguez, a Viva Jerez.

Todo fue según lo previsto, dos minutos desde que comprobaron sus datos y le vacunaron. Lo que le dijeron por teléfono. Solo tuvieron que esperar previamente algo más de media hora, en la que aprovecharon para animar a la matriarca. “Funciona todo muy bien; son muy escrupulosos. Me parece que 40 minutos para un acontecimiento así no es una espera excesiva”, detalla.

Una vez que llegó su turno, comprobaron su nombre, verificaron cita y hora y los derivaron a uno de los cuatro lineales para administrarle la dosis, dándole también información de en qué consistía y de los posibles efectos secundarios que podría tener, todos leves, y, por último, su cita para la segunda dosis. “Sí, sí, sí, sí… se oía de fondo en el interior del habitáculo cuando el profesional sanitario pinchaba a Irene desde la ventanilla del copiloto. Eran sus nietos. Estaban pletóricos, igual que su madre, la 'instigadora' de la energía tan positiva que se respiraba en ese coche. Así nada podía salir mal.

Finalmente, tras esperar fuera un cuarto de hora por si hubiera alguna reacción, pudieron marcharse y seguir con la mini fiesta que habían montado en el coche. No era para menos. Celebraban que ya quedaba menos para que su abuela, “fuerte como una encina”, pese a su diabetes y haber pasado por un cáncer de mama, recupere un poco de la libertad que a todos nos ha robado esta pandemia. En su caso, cuenta su hija, para “volver a sus rutinas de hacer compras en su barrio”.

“Mi madre es una persona muy fuerte, se quedó viuda a los 35 años con dos bebés y cuatro abuelos de 80 años. Ha llevado el confinamiento muy bien porque está acostumbrada a llevar una vida de sacrificio. Una madre coraje que desde ayer está un poco más cerca de volver a vivir.

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