Ayer, Domingo de Piñata, no sonaron pitos de caña, redoblantes ni tonás en las calles de Bornos y la zona de La Alcantarilla, donde de común en una jornada tan señalada no cabría un alfiler, ofreció una estampa inédita, desierta. El coronavirus ha impedido que se celebre la fiesta por antonomasia de la localidad serrana, tan arraigada en el pueblo que fue capaz de eludir la censura franquista.
“No llegó a perderse la fecha tradicional, a las puertas de la Cuaresma ni su denominación tradicional, pese a que las autoridades propusieran imponerle, allá por la década de los setenta, el otro nombre impopular y descafeinando de Fiestas Típicas, a imitación de lo hecho también con el de la capital gaditana”, recuerda Jorge Garrido, una de las personas con más historia e influencia en los últimos años y que presentó una antología de sus trabajos, 'Carnaval de Bornos: Mis letras del S. XX', el pasado martes a través de las redes sociales.
Durante la dictadura, “las coplas perdieron los enfoques anteriores, si bien el murguista siguió siendo valiente”, añade quien ha llevado a cabo un encomiable labor de recuperación de coplas desde los años 20 y hasta 1984, periodo en el que no se conservaba ningún libreto de agrupación bornicha, salvo de José Girón Soto, conocido como Pepito el de Elisa, toda una institución que falleció en 1984.
Desde los setenta, advierte Garrido, se observan, por un lado, una mayor permisividad gubernamental en los repertorios y “claras influencias de Cádiz”, que se dejan sentir especialmente a mediados de los ochenta por las retransmisiones televisadas de las finales de agrupaciones en el Gran Teatro Falla, primero en La 2, después en Canal Sur, y la comercialización de grabaciones en casete. Pero incluso con esas, el Carnaval de Bornos “mantuvo sus señas de identidad”.
“Lo que hacía especial a nuestro pueblo era ponerse una máscara y recorrer las calles solo o junto con varios amigos”, explica Antonio Benítez, letrista y músico de la conocida como Chirigota del Benítez, fundada en 2003 pero con miembros provinientes de murgas en activo a principios de los años noventa. “Pero no se trata de una máscara suntuosa, como en Venecia”, aclara, sino se trata de “disfrazarse de mamarracho, con lo primero que encuentres en tu casa o en el baúl de los recuerdos”. Los murguistas también usaban vestimenta propia, “con sombreros y flecos de tela”, algo que no se ve en ningún otro pueblo de Andalucía o el resto de España. El pito de caña tampoco se escucha en ningún otro sitio, agrega. En Bornos, es costumbre, además, decorarlos con papelillos. La percusión, con grandes latas de sardinas, pone un ritmo propio.
Pero, sin lugar a dudas, lo que lo hace singular es la participación. “Cuando cantas una copla en cualquier rincón del municipio, la gente te escucha”. Las agrupaciones dedican muchas horas. “Los ensayos son lo mejor”, asegura. “Este año teníamos un repertorio proyecto que iba a ser un boom”, se lamenta José Pastrana, director de la Comparsa del Orasquero, que el año pasado cosechó gran éxito popular con La cloaca. “Teníamos el repertorio completo y tres o cuatro incorporaciones pero lo dejamos todo en el cajón hasta que se pueda”, añade con resignación. “El Covid nos ha dado una puñalada, Bornos está triste”.
Y no lo es. “En los años setenta fueron muy sonadas las magníficas cabalgatas de nuestro Carnaval”, recuerda Benítez. “Se llenaba el pueblo de gente de todas partes. Cádiz, Trebuna y Bornos eran los tres polos de la provincia”, relata. Y sostiene que “nuestra cabalgata es, sin duda alguna, la que tiene más bombos y cajas de Andalucía, y seguramente de toda España”. El talento de carroceros como Fernando Macías, Kuky, aportan la espectacularidad. Aunque no se dedica de manera profesional, sus diseños son reconocidos y reconocibles. Por sus manos pasan igualmente telas y maderas para vestir gran parte del pueblo y que suene la alegría. Sus colaboraciones con Jaime López son muy celebradas. Éste último, Policía Local, es una de las principales atracciones de cada edición por sus originales disfraces y la manera de interpretar los tipos. Se mete en el papel, sea cual sea. Y no para quieto. El año que faltaba una de las cuatro damas, acabó ocupando la vacante. No repite modelo ni un solo día y, normalmente lo improvisa. Salvo en alguna ocasión, como da buena cuenta la foto de perfil en Whatsapp, ataviado de Bestia, sin que le falte ni un solo detalle, y de la mano de Bella, su sobrina, que viene pegando fuerte. “Compartimos la misma locura”, dice sin ocultar el orgullo.
“El futuro queda marcado por la juventud”, señala el letrista y músico de la Chirigota del Benítez. “Los colegios organizan grandes pasacalles; los niños aprenden desde pequeños a tocar bombo, caja y guitarra”, agrega. El Ayuntamiento también ha puesto su granito de arena con la mencionada presentación del libro de Jorge Garrido y el Anecdotario de la Chirigota Piensa en Verde. Finalmente, celebró una mesa redonda sobre adornos y tipos. “Había que primar la salud pero no podíamos dejar de ahondar en la vertiente cultural y patrimonial de la fiesta de manera online”, afirma el alcalde, Hugo Palomares, quien expresa su deseo de que “el año que viene volvamos a la calle. Ojalá”.