Cuando Antonio Mariscal, administrador de ese educativo grupo de Cosas jerezanas que se han perdido en el tiempo e historiador certero de nuestra ciudad, subía días atrás una imagen añeja de mujeres saliendo de misa desde San Juan de los Caballeros alguien escribió que se les veía cara de felicidad y yo, perdonen la alusión personal, apostillé que tal vez era porque se producía su única salida, como ocio, valga la expresión, de toda la semana, más allá de aquellas puntuales y diarias para ir a la panadería, al almacén, la frutería o a la Plaza de Abastos. Era una época hasta llegar a finales del pasado siglo XX donde el patriarcado del hombre era total y absoluto aunque ellas, sin alzar la voz, sin necesidad de manifestarse, sin que tuviesen que colorear día alguno para reivindicarse, iban ganando pequeñas batallas en aras de que sus derechos, como correspondían, fuesen reconocidos e igualados sin distinción de sexo, color, credo o economía.
De hincar las rodillas con la josifa, alfojifa según la Real Academia, para limpiar el suelo a presidir gobiernos; de estar en el lavadero con el jabón verde limpiando la ropa a dirigir empresas;de pasar las tardes al sol en el patio vecinal escuchando radionovelas a llenar las aulas universitarias; de levantarse para preparar desayunos y comenzar a arreglar las casas a hacerlo para ir a su puesto de trabajo y así podríamos seguir enumerando las fotografías en sepia para compararlas con las digitales de ahora mismo que muestran como las mujeres han sido las grandes protagonistas de la obligada revolución social de la segunda parte del siglo XX y del comienzo de este XXI donde aún hay camino por recorrer en el sentido de la educación urgente para aquellos que siguen pensando, mal pensando, que las mujeres son de su entera propiedad y de aquellos mal nacidos que utilizan las armas como medio de demostrar esa presunta pertenencia cuando nadie es propiedad de nadie y cuando todos, hombres y mujeres, somos libres de tomar los caminos que deseemos. Como nadie puede forzar a otra persona para satisfacer sus ansias sexuales. No es no y eso no es solo materia de un día, del 8M en este caso, sino de los 365 días del año y las 24 horas de cada día a nivel de concienciación y de educación que es la mejor manera de seguir sumando igualdades sin que se haga preciso poner adjetivo alguno a tamaña reivindicación.
