Un nuevo estudio realizado por investigadores de Yale, en Estados Unidos, y la Universidad de Leeds, en Reino Unido, sostiene que rayos ocurridos durante mil millones de años podrían haber proporcionado chispas de vida a la Tierra primitiva al desbloquear con el tiempo el fósforo necesario para la creación de biomoléculas que serían la base de la vida en el planeta, según publican en la revista 'Nature Communications'.
"Este trabajo nos ayuda a comprender cómo se pudo haber formado la vida en la Tierra y cómo aún podría estar formándose en otros planetas similares a la Tierra", resalta el autor principal, Benjamin Hess, estudiante graduado del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Yale, quien señala que en parte comenzó con el fósforo.
El fósforo es un ingrediente clave necesario para la formación de la vida, pero no era fácilmente accesible en la Tierra hace miles de millones de años. En su mayor parte, el fósforo estaba encerrado firmemente dentro de minerales insolubles en la superficie de la Tierra.
La pregunta para los investigadores ha sido cómo llegó el fósforo de la Tierra a una forma utilizable para ayudar a crear ADN, ARN y otras biomoléculas necesarias para la vida.
Los científicos observaron primero los meteoritos. La idea era que los meteoritos que contenían el mineral de fósforo schreibersita, que es soluble en agua, se estrellaran en la superficie de la Tierra con suficiente frecuencia para crear las condiciones necesarias para la vida biológica.
Sin embargo, el inconveniente de la teoría de los meteoritos tenía que ver con la frecuencia. Durante el período en el que se cree que comenzó la vida, hace entre 3.500 y 4.500 millones de años, la frecuencia de las colisiones de meteoritos en la Tierra se desplomó.
Pero había otra fuente de fósforo que se encuentra en la schreibersita. Según Hess, la schreibersita también se puede encontrar en ciertos vasos, llamados fulguritas, que se forman cuando un rayo golpea el suelo. El vidrio contiene parte del fósforo de la superficie de la roca, pero en forma soluble.
Utilizando resultados de modelos informáticos, Hess y los coautores Sandra Piazolo y Jason Harvey, de la Universidad de Leeds, estimaron que la Tierra primitiva vio de 1 a 5.000 millones de relámpagos cada año, en comparación con los 560 millones de destellos por año en la actualidad. De esos primeros destellos, entre 100 millones y mil millones habrían golpeado el suelo anualmente. Eso sumaría entre 0,1 y 1 trillón de impactos, y bastante fósforo utilizable, después de mil millones de años.
La teoría del rayo también tiene otras ventajas, anotan los investigadores. Primero, el número anual de rayos se habría mantenido constante, a diferencia del número de colisiones de meteoritos. Además, era probable que los rayos fueran más frecuentes en las masas terrestres de las regiones tropicales, proporcionando áreas más concentradas de fósforo utilizable. "Hace que los rayos caigan en un camino significativo hacia el origen de la vida", apunta Hess.