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Libro del corazón

El corazón partido

La reparación quirúrgica de cualquier rotura del corazón sigue constituyendo una cirugía muy seria que requiere de un personal quirúrgico muy experto.

Publicado: 15/05/2021 ·
14:16
· Actualizado: 22/05/2021 · 15:10
Autor

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria. Ex-Jefe de Cirugía Cardiovacular del Hospital Valdecilla de Santander

Libro del corazón

Descubriendo el interior del corazón humano, órgano maravilloso, fuente de vida e investigación de calidad

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Nunca olvidaré aquella tarde en Barcelona, cuando debí resolver la impactante urgencia de reparar el corazón roto de un lactante, tras un serio accidente casero. Su abuela ciega no se percató de la gravedad de lo ocurrido a su nieto, ni entender la causa de su interminable llanto. Al regresar la madre del trabajo, enfermera de profesión, encontró una aguja de ganchillo clavada en el pecho de su hijo que sobresalía por la espalda. A pesar del tremendo susto, tuvo el acierto de no extraer esa gran aguja –una verdadera lanza para el tamaño del niño-, trasladándole inmediatamente al hospital, donde le operamos. La aguja atravesaba el corazón, en su mayor parte alojada en las aurículas. Tras la cirugía, el pequeño se recuperó sin complicaciones. Aquella delicada intervención quirúrgica, en una etapa inicial de mi actividad profesional, resultó muy gratificante; aún conservo aquella aguja de ganchillo, como una preciada “reliquia médica”.

Años más tarde, debí operar a otro niño de 23 meses de edad que se había caído portando una botella de vidrio, clavándose uno de sus fragmentos rotos en la región anterior del pecho. En la cirugía encontramos una extensa rotura de la pared anterior del ventrículo derecho, que casi seccionó la principal arteria coronaria. Produjo una hemorragia considerable que espontáneamente se controló en el pericardio -membrana que envuelve el corazón-, que encontramos lleno de coágulos y sangre. La reparación quirúrgica de la rotura ventricular resolvió satisfactoriamente este serio accidente.

 

Aguja de ganchillo atravesando el tórax de un bebé.

Fragmentos de agujas clavadas en el corazón de un niño.

A pesar de la propensión de los niños a sufrir accidentes caseros, las lesiones penetrantes del corazón son raras (3% de los accidentes infantiles). En general, las roturas cardiacas son producidas por diversos objetos como cuchillos, herramientas punzantes, agujas, alfileres o fragmentos de vidrio (Revuelta JM, et al. Cir Esp 1976;30:523-530).

En ocasiones, estas peligrosas lesiones pueden deberse a la presencia de un cuerpo extraño en contacto directo con el corazón que, por sus constantes latidos, va erosionando su superficie, o bien tras el desplazamiento de un objeto cortante o punzante desde otro lugar del cuerpo.  Al Hospital Infantil de Barcelona llegó un niño de 15 meses de edad, al que descubrieron, en una radiografía de tórax rutinaria, dos fragmentos metálicos próximos al corazón, sin orificios de entrada en la piel del tórax, que debió haberse clavado meses antes, pasando desapercibido para sus familiares. En la operación, hallamos un fragmento oxidado de una gruesa aguja clavada en la pared anterior del ventrículo izquierdo y otro perforando el miocardio con un extremo visible desde el interior del ventrículo, siendo extraídos mediante técnica de circulación extracorpórea. La evolución postoperatoria fue muy satisfactoria, sin complicaciones.

Nadie debe coser un corazón humano

A finales del siglo XIX, ningún cirujano debía intentar coser una herida del corazón, ni siquiera tocarlo. El famoso e influyente cirujano alemán Profesor Theodor Billroth había establecido que “El cirujano que atente coser la herida de un corazón humano perderá el respeto de sus colegas”. Como ocurría con Aristóteles, nadie se atrevía a contradecir sus afirmaciones; sin embargo, la vida enseña que las sentencias dogmáticas son implacablemente demolidas por la razón y el conocimiento.

Dr. Ludwig Rehn, cirujano pionero en reparar un corazón roto.

La reparación de un corazón partido abrió las puertas a una nueva especialidad médica, la Cirugía Cardiaca. El día 9 de setiembre de 1896, otro cirujano alemán, Ludwig Wilhelm Rehn reparó la primera rotura cardiaca con éxito en Fráncfort, en un jardinero de 22 años que había recibido una puñalada en el ventrículo derecho. Durante la I Guerra Mundial, este excelente cirujano militar llegó a operar 124 roturas cardíacas con 40% de supervivencia, resultado muy satisfactorio para aquella época de tan escasos recursos técnicos, cuando la totalidad de los soldados, con este tipo de heridas, fallecían sin cirugía.

Durante la II Guerra Mundial, un prestigioso cirujano torácico norteamericano Dr. Dwight Harken, jefe del Cuerpo Médico del Ejército de los Estados Unidos en Londres, contaba con mucha experiencia y éxito en la extracción de metralla y reparación de las heridas del corazón. Utilizaba un ingenioso aparato para la transfusión rápida de sangre, reponiendo las importantes pérdidas por hemorragias masivas, habituales en estas complicadas operaciones de corazón. Gracias a su destreza técnica, el Dr. Harken se convirtió en el primer cirujano cardiovascular que logró operar a más de 130 soldados sin mortalidad.

Uno de sus ayudantes le sugirió instalar un electroimán que permitiera extraer rápidamente la metralla del interior del corazón, acortando mucho el tiempo quirúrgico y, consecuentemente, las importantes pérdidas de sangre.  

Colocaron un gran electroimán en el techo del quirófano, con un artefacto que permitía aproximarlo al campo operatorio, tras la apertura del tórax. Cuando lo utilizaron en el primer paciente, al conectar la electricidad, repentinamente todo el instrumental quirúrgico se adhirió fuertemente al imán, convirtiendo aquella operación en un verdadero desastre. Parece ser que el joven cirujano de esta “brillante idea” fue trasladado, el mismo día, a otro hospital de campaña.

Desde aquellas operaciones pioneras, mucho ha avanzado la Cirugía Cardiaca, pero la reparación quirúrgica de cualquier rotura del corazón sigue constituyendo una cirugía muy seria que requiere de un personal quirúrgico experto y experiencia para poder lograr resultados satisfactorios en estas delicadas situaciones de extrema gravedad.

Caras vemos, corazones no sabemos – Refrán

En nuestro entorno, las roturas cardiacas por armas blancas, punzantes o de fuego no son frecuentes, pero han aumentado en los últimos años. La estadística anual de la Unión Europea -EU Statista Research Department, 2019-, sobre el número de delitos registrados, muestra que España presenta una de las cifras más bajas de homicidios (0,63/100.000) e intentos de homicidios (1,75/100.000), en comparación con otros países vecinos que llegan a duplicar estas cifras (Francia: 1,31/100.000 y 3,11/100.000, respectivamente). En las grandes ciudades españolas, los casos de apuñalamiento han aumentado, durante los fines de semana, observándose un incremento inquietante de roturas cardiacas y muertes por esta causa.

A menudo, las lesiones del corazón en accidentes de tráfico y traumatismos pasan desapercibidas, por falta de heridas visibles o ausencia de síntomas cardiovasculares, pudiendo aparecer semanas o incluso meses después del accidente. Las lesiones cardíacas en accidentes de tráfico más comunes son la contusión miocárdica y la rotura traumática de la aorta. La contusión miocárdica consiste en un hematoma del músculo cardíaco, causado por el brusco impacto de la pared torácica contra el volante, mientras que la rotura traumática de la aorta es una lesión gravísima que provoca una hemorragia profusa que lleva a la muerte en pocos minutos.

Otra causa de rotura del corazón es el infarto de miocardio, su complicación más grave y catastrófica, aunque es infrecuente. Suele parecer 3 – 5 días después de su diagnóstico, constituyendo una emergencia quirúrgica de elevada mortalidad. Datos recientes procedentes de uno de los mayores análisis, Global Registry of Acute Coronary Events – GRACE Study, indican que la rotura de la pared del corazón representa el 0,2% de las urgencias, con una mortalidad hospitalaria del 80% sin cirugía.

Las roturas del corazón se han clasificado en dos grandes grupos:

Rotura tipo A – Producida de fuera-adentro -heridas por armas blancas, de fuego y objetos cortantes y punzantes-.

Rotura tipo B – Producidas de dentro-afuera -infarto de miocardio, endocarditis, tumores cardiacos e iatrogenia durante procedimientos intracardiacos con catéteres o implantación de válvulas percutáneas-.

Parche y pegamento para los corazones rotos

Ante una rotura cardiaca debe actuarse con máxima urgencia, descomprimiendo las cavidades del corazón, preferentemente dejándolas exangües durante la operación -cirugía a corazón abierto con ayuda de la circulación extracorpórea-, para así evitar que la rotura aumente de tamaño. Con frecuencia, las heridas de la pared cardiaca parecen pequeñas, pero suele tratarse de roturas extensas y anfractuosas del miocardio que incrementan por la presión sanguínea intracardiaca.

Reparación con parche de pericardio (Créditos: Vessel Plus 2019;3:37)­­­­­­­­­­­­

Cuando el corazón se ha descomprimido, la reparación de la zona afectada puede llevarse a cabo mediante una técnica quirúrgica eficiente, consistente en recubrir la herida con un parche biológico -pericardio- o sintético -Dacron®, Teflón®, GoreTex®, TachoComb patch® - y fijarlo con un pegamento biológico -Cardial Surgical Glue®, GRF® Gelatin Resorcinol Formaldehyde, Fibrin Glue®-. La sutura quirúrgica del miocardio lesionado no suele tener éxito por la habitual fragilidad del músculo cardiaco dañado, particularmente en casos de infarto de miocardio, que continúa desgarrando el músculo cosido al instaurarse de nuevo su contractilidad e incrementar la presión arterial. Esta técnica, aparentemente simple, aunque no sencilla, de “parche y pegamento” ha salvado muchas vidas.

La vida nos demuestra que no solo “el desamor rompe el corazón”.

 

¿Quién me va a entregar sus emociones?

¿Quién me va a pedir que nunca le abandone?

¿Quién me tapará esta noche si hace frío?

¿Quién me va a curar el corazón partío?

Fragmento de “El corazón partío” – 1997. Alejandro Sanz

 

(*) José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía. Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

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