En ocasiones, la legitimidad no camina de la mano de la ética y del bien común. Adelantar unas elecciones es lícito, pero hacerlo por estrategia partidista es, al menos, cuestionable. La Ley del Régimen Electoral contempla la facultad del presidente del Gobierno o de los respectivos presidentes de los Ejecutivos autonómicos de disolver anticipadamente las Cortes Generales o las asambleas legislativas, según el caso, y publicar el decreto de convocatoria electoral en boletín oficial.
Como no podía ser de otra manera, el propio ordenamiento jurídico andaluz, es decir la Ley Electoral de Andalucía, faculta al presidente de la Junta a convocar elecciones, vía decreto. Eso sí. Hay una salvedad, a la que se refirió el portavoz Elías Bendodo en una reciente rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno: en Andalucía la fecha de votación no podrá estar comprendida entre los días 1 de julio y 31 de agosto. Es decir, ni las bicicletas ni las urnas son, en nuestra tierra, para el verano.
El runrún de adelanto electoral en Andalucía va tomando forma. Vox ya ha escenificado en el Hospital de las Cinco Llagas su persistente intento por acudir a las urnas lo antes posible, si puede ser en octubre. Su rechazo a la reforma de la Ley de Salud fue un primer paso. El partido de extrema derecha argumenta su distanciamiento del Ejecutivo de PP y Ciudadanos alegando que no se han cumplido los acuerdos firmados, pero en el fondo y en la forma está su propia estrategia electoral. ¿Andalucía necesita un adelanto de los comicios autonómicos? No. La estabilidad es clave en estos momentos para una comunidad que percibe el final de la pandemia y prevé la mejora de las macro y micro economías.
Un bloqueo político ahora no sería la mejor de las noticias para la ansiada normalidad. El sentido más indispensable del político es el equilibrio. Los bandazos se pagan. Que se lo pregunten a Ciudadanos. Teledirigido desde Madrid, Vox no puede o no debería cambiar el portavoz y echarse al monte de la radicalidad pensando que eso le supone un distanciamiento del PP y, por consiguiente, un acercamiento al yacimiento de votos ubicado más a la derecha de los populares. Se trata de un grave error.
