El mundo de la música sevillana sigue de enhorabuena. Si hace poco era Juan Pérez Floristán el que era premiado, ahora el jovencísimo violinista Javier Comesaña consigue en Lituania alzarse con el primer premio de la Jascha Heifetz Competition, un premio que ha recibido con mucha alegría, aunque con la cautela de saber que aún le queda mucho que aprender.
¿Cómo ha sido la carrera hasta llegar a este premio?
–Recibir el premio fue una absoluta sorpresa y tuve muchísima tensión acumulada y mucha expectación por saber qué ocurre. El premio me ha dado muchísima alegría sobre todo para compartirla con las personas que siento más cercanas. Ha sido una noticia muy positiva y de hecho dura la resaca emocional, sigo sin creérmelo. El concurso ha constado de cuatro rondas diferentes: la preselección, una fase preliminar, las semifinales y la final que se celebró la semana pasada en Lituania. Ha habido que tocar mucho, preparar muchas grabaciones porque quitando la fiel, el resto de las fases eran online. Ha sido un concurso bonito, pero ha habido muchísimos contratiempos como el propio temporal Filomena que me afectó muchísimo en Madrid. Ha sido un camino complicado, pero un camino que también se ha disfrutado mucho.
Entiendo que la proyección que te habrá dado de cara al futuro será impresionante, ¿no?
–Claro, eso es el lado más jugoso de llegar lejos en un concurso, que tienes mucha repercusión y a raíz de eso pueden salir otros proyectos, tu nombre suena más… eso va de la mano con el premio. Han salido nuevos proyectos en mente y programados para los próximos meses, aunque de momento no podemos revelar nada.
¿Cómo es recibir un premio tan importante siendo tan joven?
–Realmente yo creo que la edad es lo de menos y es más el momento de lanzarse a por los concursos, que es más o menos ahora porque además muchos tienen límite de edad, por lo que el momento es ahora. A partir de ahí, uno sigue forjándose y aprendiendo cada día, aunque es un buen momento para ponerse en el escaparate, que no es que me ponga porque quiera, sino porque me presento a un concurso y me lo preparo. Ahora, tampoco hay que volverse locos, pero sí hay que ir disfrutando de lo que se ha ido consiguiendo. También podemos reflexionar porque cuando salen las cosas bien, también se puede ver qué se ha hecho mal.
Este premio además tiene doble mérito siendo instrumentista de una de las especialidades más competitivas que es el violín…
–Si atendemos a razones históricas, el violín es de los instrumentos que se tocan porque es de los que más repertorios tienen, en las orquestas son las secciones más grandes por lo que a todos los niveles, es el violín uno de los instrumentos más competitivos. Obviamente tiene su significado, sobre todo para ver que se sigue andando el camino.
¿Cómo ha sido su educación musical? ¿Cree que el sistema educacional debería cambiar?
–Yo empecé a estudiar en casa porque mi madre hizo la carrera de piano y nos introdujo a mi hermano y a mi en la música. Cuando empecé, yo estudiaba con un profesor de la ROSS, con Yuri Managadze. Mi enseñanza se basa en clases particulares desde el principio con este profesor de la orquesta de Sevilla, luego estuve otros cuatro años más con un ex concertino de la ROSS Sergei Teslia y luego ya tuve acceso a la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid, la cual es un organismo privado.
¿Le entristece que no haya tenido el suficiente reconocimiento por las entidades culturales competentes?
–La verdad es que en parte sí, un poco, pero es que prácticamente nadie es profeta en su tierra, aunque es cierto que los reconocimientos me han llegado por todas partes. También es verdad que está todo un poco reciente y nunca se sabe cuando puede llegar una felicitación, no sé si un poco a destiempo pero nunca se sabe lo que puede llegar. Si bien es cierto que aún no ha llegado ningún reconocimiento, también lo es que gracias a instituciones como Actidea, Juventudes Musicales de Sevilla o la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, he podido mantener mi vinculación con mi ciudad natal desde un punto de vista artístico, y no solo residencial para volver por vacaciones.