Muy conocida es la fecha de proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, pero no goza de tanto conocimiento la fecha del 12 de abril, en que tuvieron lugar las elecciones municipales que condujeron al advenimiento de la misma. La efeméride y su conmemoración ha sido recordada desde la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Alcalá la Real. En este sentido, Salvador Corrales señala que “las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron las primeras celebradas tras el final de la Dictadura de Primo de Rivera, implementada 8 años atrás y los resultados favorables a socialistas y republicanos (de diversas tendencias), sobre todo en los grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, etc.), fueron el detonante de la renuncia y exilio del rey Alfonso XIII, figura muy desgastada por su apoyo al dictador Miguel Primo de Rivera y por su manifiesta incapacidad de liderar la regeneración política y social de una España dominada en el ámbito rural por el caciquismo. En relación con esto último, estos comicios electorales siguieron en numerosos rincones de la provincia de Jaén adoleciendo de pureza y legalidad. Aunque los grupos populares de carácter más extremista también harían gala en los años 30 de coacciones a los votantes, bien es sabido que el fenómeno del caciquismo fue el arma más poderosa utilizada, durante el siglo XIX y el primer tercio del XX, por las oligarquías nacionales y locales para falsear los escrutinios en aras de que el control político siguiese en manos de los tradicionales grupos de poder coincidentes como la patronal agraria y urbana y los intereses de la Iglesia católica”.
“Un ejemplo clarísimo de lo que decimos fue Castillo de Locubín, donde se tuvieron que repetir las elecciones toda vez que el Tribunal de Actas Protestadas observó indicios más que suficientes de fraude. Por ejemplo, los resultados del distrito tercero, sección primera, fueron los siguientes: los aspirantes a concejal de las candidaturas afines a la patronal agraria y a la oligarquía local "obtuvieron" los siguientes votos: José María Álvarez Castillo, 196; Antonio Fernández Aguayo, 111; Manuel Rueda Torres, 117; Tomás Medina Castillo, 114; Juan Siles Peinado, 123; Agustín Vico Lara, 120. Por el contrario, la lista compuesta por republicanos y socialistas "obtuvo" estos pobres apoyos: Manuel Castillo Fernández, 15; Juan Diego Castillo Contreras, 16; Julio Medina Castillo, 15; José Olmo Lara, 15; Juan Castillo Contreras, 1; Gumersindo Castillo Contreras, 1; Cristóbal Peinado Castillo, 1; Juan de Dios Castillo Jiménez, 1; y Miguel Castillo García Negrete, 1”.
“En consecuencia, en virtud de decreto gubernamental de 13 de mayo de 1931 publicado en el Boletín Oficial extraordinario del día siguiente, se ordenó la celebración de nuevas elecciones en Castillo de Locubín y una gran multitud de pueblos de la provincia de Jaén en los que se detectaron graves irregularidades fruto de la pervivencia de los antiguos métodos caciquiles cuyo inmovilismo impedía la llegada de nuevos aires a España. Las nuevas elecciones implicaron un baño de realidad ya que, aunque no pudieron votar las mujeres, la inmensa mayoría de Jaén, en la que las clases humildes del campo eran mayoría, votó a favor del cambio político y de la nueva legalidad establecida en España a partir del 14 de abril de 1931”, concluye Salvador Corrales.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Alcalá la Real invita a la colaboración de todas aquellas personas que puedan sentirse interesadas. Las formas de colaboración, según se indica desde este colectivo, son varias: como socio: remitiendo solicitud al siguiente correo electrónico armhalcalalareal@gmail.com o en el Café Musical Casablanca (Calle Federico García Lorca); como donante, con la aportación económica que estimes conveniente a la siguiente cuenta: Titular: ASOCIACION PARA LA RECUPERACION DE LA MEMORIA HIST. Número de cuenta: ES60 3067 0004 7534 6789 7710
“Construimos tejido social. Damos voz a los grupos sociales históricamente silenciados por los grandes intereses del sistema. Divulgar nuestro pasado no reabre las heridas como algunos quieren hacernos entender, sino que ayuda a cerrarlas para evitar que los totalitarismos se abran paso entre las nuevas generaciones y pongamos en riesgo los avances democráticos conseguidos y por conseguir”, se concluye desde la asociación.