Hay ocasiones en las que estamos alegres y otras nos sentimos tristes. Sin la ayuda de las palabras, seriamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante. En cada palabra podemos diferenciar dos aspectos: el componente sensible o significante y el componente inteligible o significado.
A veces, suceden cuestiones extrañas, así la creación de palabras nuevas o neologismos o el uso de palabras ya existentes con un nuevo significado, así como la creación de un lenguaje totalmente privado e individual son fenómenos que se observan en determinadas enfermedades mentales y que traducen una profunda alteración de la personalidad, que impide la comunicación normal.
Durante muchos siglos, se ha creído que las palabras traducían directamente las cosas, que existía una especie de conexión directa entre el lenguaje y la realidad., pero en todas las lenguas existen signos sin referente, es decir sin correspondencia en lo real, como son los que designan seres imaginarios, incluso mitológicos, como los centauros, las sirenas o los vampiros entro otros.
Las palabras solas, sin un sujeto que las interprete, sólo pueden remitirnos a otras palabras, en forma similar a lo que ocurre en el diccionario. Si solo dispusiéramos de éste para conocer el sentido de las palabras, no lograríamos captar ningún significado.
Creo que lo esencial en el lenguaje es la oposición, la diferencia. El valor de una palabra viene definido, no positivamente por su contenido, sino también negativamente por sus relaciones con los restantes términos. Dicho de otro modo, cada palabra es lo que otras no son.
El hecho de expresarnos mediante el lenguaje, nos obliga a poner orden y claridad en nuestro mundo vivencial. Gracias al mismo, cada persona podemos asimilar conocimientos, evitar el tener que limitarnos a nuestra propia experiencia y repetir las exploraciones que para el conocimiento del mundo tuvieron que realizar quienes nos precedieron.
Aunque a veces nos parezca, la lengua no es una cosa muerta, ya que la aparición de nuevos conocimientos y situaciones culturales nos obliga a crear nuevas palabras y a conferir un nuevo sentido a palabras que ya existían, por lo que el lenguaje de cada época refleja también las actitudes y tendencias de la sociedad correspondiente.
Pero además hay un doble camino, no sólo la realidad social influye en el lenguaje, sino que también las estructuras sociales tienden a modificarse como consecuencia de los procesos de comunicación y los mitos nos enseñan que todas las comparaciones, incluso entre diosas, terminan por resultar odiosas.
Somos por naturaleza seres ávidos de información, de tal manera que cuando nos falta la llegada de la misma, no solo de sensaciones, se pueden llegar a producir trastornos psíquicos, incluyendo alucinaciones, es decir percepciones falsas, sin objetos reales que las provoquen.
Si nos fijamos con atención el lenguaje nos ofrece un medio de incomparable valor para estudiar la personalidad de cada cual. Hoy en día podemos grabar un audio con nuestros móviles y estudiar detenidamente su entonación, su ritmo, sus pausas.
Pero además, el lenguaje refleja las pautas de relación interpersonal que adopta una persona, revelando actitudes más o menos agresivas y reivindicativas, que pueden manifestarse en una forma más o menos sutil y camuflada.