María del Mar Moreno o el arte flamenco por derecho
Queda claro que el flamenco es más sencillito de lo que muchos quieren hacer complicándose la vía con montajes tela de difíciles y que luego... ya se sabe. En efecto, este arte jondo de María del Mar Moreno se dice muy bien con esa delicada puesta en escena en el que el hilo argumental giraba en...
“Ole, María”, te lo digo desde el cariño profundo hacia tu arte y el cante flamenco cabal. Es tu baile una suerte de suave y, al mismo tiempo, temperamental flamenco, donde la verdad sin mácula se hunde en la tierra para salir con la fuerza de lo que es puro, entero y verdadero.
María del Mar Moreno es una bailaora de tronío y aún mejor si cabe una dramaturga excepcional, creando un cuadro muy bien montado, con muchísimo gusto, seleccionando con una perceptible emoción cada uno de los pasajes que conforman la obra Quiero tu cante, donde el cante de atrás es el leit motiv, la fuerza primigenia, la poderosa palanca telúrica de un arte que sale a borbotones por la garganta, los brazos, el corazón...
De los aspectos más emocionantes de la noche, fueron los metales de las voces de Antonio Malena, David Lagos, Manuel de Malena, La Macanita y Juana la del Pipa, que dieron muestras de algo que ya sabíamos perfectamente, pero que anoche quedó de nuevo de manifiesto: trazos de enorme poderío por seguiriya, desde que la incertidumbre y el hastío por un reconocimiento que no llega se hiciera patente en una partida de cartas para matar el tiempo.
El martinete, la soleá en la ronda alrededor de la mesa de todo el elenco, dejaron en el aire un gusto a esa vieja estirpe flamenca que viaja sin fronteras a través de los siglos y cuyos sedimentos más genuinos se depositan siempre en la tierra albariza que les vio nacer.
En el cante no hay trampas como dejó claro David Lagos en la bellísima malagueña o en la sabrosa alegría de Córdoba. “María, ¿ese teléfono no suena”, preguntó el cantaor a la bailaora al comienzo de la función. Un teléfono antiguo que aguardaba junto a un baúl, símbolo de un camino por hacer. O no.
Algunos se van por la senda marítima de las Indias y toman el rumbo de los cantes de ida y vuelta, regresando con un cante guajiro en sus labios; otros que se quedan en el terruño, imaginando un porvenir más seguro, menos incierto que este presente del que todos, en el fondo, quieren salir. Pero, ¡ay!, la tierra, la tierra, la tierra.
Y la tierra habló desde sus entrañas con un taconeo de María del Mar Moreno que hizo vibrar el tejido emocional. Sobre todo, con un cante de la propia María del Mar por peteneras y con mantón. ¡Qué apasionante! Jondura sin cuentos, junto a su hermano Santiago, José Luis Montón y Malena Hijo a las seis cuerdas; y Luis de la Tota y El Bo a las palmas.
El flamenco tiene unos códigos que en realidad no han sido escritos, pero a base de puro trabajo y sentimiento, María del Mar ha impreso una página gloriosa, contando para ello con un soberbio cante de atrás, donde cada palo era una sacudida que levantaba del asiento al público. A final, se produjo la llamada. Alguien desde el público dijo: “Cógelo, que es un contrato”. María del Mar sentenció: “Después lo cojo”. Descuelga el teléfono y los duendes se quedaron aquí por bulerías.
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