Pones las noticias, entras en twitter, y cuando pensabas que te ibas a despejar un rato, te encuentras agazapado como una presa esperando a su depredador, mirando de lado a lado, esperando el momento en que -¡boom!- explote todo.
Llevo varios días dándole vueltas al contenido de este artículo, ¡hay tanto de que hablar! y a la vez, ¡está todo tan hablado! Resulta cansino que todo sea tan polémico. Los políticos están convencidos, o eso nos quieren hacer creer, que somos rojos o azules, zurdos o diestros, y que es imposible convivir en paz y perdonando. Yo, me he cansado. No quiero seguir discutiendo de leyes, reformas, víctimas, igualdades, desigualdades, bloqueos y desbloqueos.
Así que, después de darle muchas vueltas, voy a hablar de actualidad, pero no de política. Voy a dar mi opinión, espero que sin generar polémica. Y voy a escribir del tema más actual de todos. Voy a hablar de la Navidad.
Esta época del año que a la mayoría nos gusta tanto. Unos, por creencia religiosa; otros, porque es momento de estar en familia;y otros quizá, porque ser temporada propicia para coger unos días de vacaciones. Cada uno tiene sus motivos, a lo mejor ni siquiera los tenemos muy claros, pero sabemos que esta época nos invita a sonreír, nos llama a disfrutar. Son días de ambiente festivo, de reencuentros, de regalos.
Y es que Navidad significa amar, compartir, acoger, regalar. Dar lo mejor de ti, salir de nuestro egoísmo y pensar en los demás: qué regalo le hará más ilusión, en qué campaña de Navidad voy a colaborar, con qué amigos me voy a reencontrar. La Navidad es ilusión, la ilusión de vivir un mundo mejor.
Estos días los buenos sentimientos afloran, el ambiente invita a ello. Pero la realidad, mi querido amigo, es que la Navidad no son los días, somos las personas.Todos y cada uno de los que todavía tenemos la esperanza de hacer que este mundo sea cada día más humano. Y créeme, somos muchos. Somos más las personas dispuestas a unir que a dividir, a ayudar que a fastidiar, a querer que a odiar. Solo tenemos que mirar a “nuestra gente” y darnos cuenta de que estamos rodeados de personas de diferente ideología políticao creencia religiosa a la nuestra, y que le pese a quien le pese, nos queremos, nos respetamos, nos consolamos, disfrutamos juntos, sabemos hacernos sonreír, e incluso, reír a carcajadas.