Nos encontramos en un enredo de sociedad que nos lleva a tener y poseer cosas y disponer de la vida de la gente, porque eso creemos que nos da poder, sin pensar que nos hacemos esclavos de nuestra propia necesidad, y nos olvidamos de ser nosotros mismos, convirtiendo a nuestras personas en personajes sin principios, valores ni límites.
Nuestra mayor energía y motivación es que valoren nuestro trabajo, que veamos su utilidad y que no estemos anclados en la obsesión de tener cada vez más, en lugar de dedicarnos a crecer personalmente siendo nosotros mismos, y debemos ejercer la prudencia y la sensatez a la hora de tomar iniciativas, para evitar que no se nos compliquen las cosas.
Luchar cada día por mantener nuestros compromisos, de forma constructiva y favorable para nosotros pero no exenta de dificultades que superar, y teniendo claro que en ocasiones cuanto más acumulemos bienes materiales más nos apartaremos de ser auténticos.
Instalar nuestras vidas en el único placer de atesorar, la convierte en oscura y vacía, y solo si somos capaces de ser volveremos a encontrarnos y gozar del amor, la amistad y la compañía de los demás. Sentiremos que nuestra estrella brilla más que nunca y nos sentiremos pletóricos.
Cuando volvamos la vista atrás recordaremos los momentos más bellos y felices de otras épocas. Cojamos fuerza y preparémonos para aprovechar todos los momentos que se nos presenten en nuestro presente y futuro, ese será realmente el placer de poseer.
Sentirnos dueños de nosotros mismos, siendo los protagonistas de nuestros actos nos permite desbloquear situaciones complicadas, resolver problemas que nos quitan el sueño, o salir de asuntos que nos provocan malestares e infortunios.
No nos dejemos llevar por los celos y la desconfianza, porque así solo lograremos ir sembrado enemigos, y amargarnos por cosas sin importancia que no merecen la pena. Si estamos en estado de permanente de sospecha, solo lograremos ponernos en peligro.
Nuestros esfuerzos darán su fruto y seremos capaces de salir airosos de las dificultades que nos salgan al paso. Ese golpe de fortuna, nos lo hemos trabajado y es el placer de poseer bienestar y seguridad, de sorpresas agradables y de recibir las recompensas que esperábamos y deseábamos.
Si la suerte está de nuestro lado, es porque reconocen nuestro talento y valoran nuestra personalidad, mostramos lo mejor de nosotros mismos y somos reconocidos por nuestras actuaciones y respetamos el modo de actuar de los demás de forma agradable.
Con el placer de poseer seguridad en nosotros mismos, nuestra fuerza mental está en auge y nos proporciona un gran impulso para nuevos objetivos y proyectos, sabiendo hacer concesiones sin preocuparnos que eso suponga ninguna pérdida de poder.
Caminamos sorteando todo tipo de inconvenientes hacia la realización de nuestros sueños y estamos dispuestos a hacerlos realidad, abriéndonos a las sugerencias que nos hacen los demás, sin permitir que algunas cuestiones tóxicas perturben nuestra vida emocional, y procurando restablecer en todo momento el equilibrio para defender las causas con argumentos adecuados.
Entre pasiones e indiferencias, yéndonos y regresando, volando por las nubes o reptando por los suelos, nuestra tolerancia suele ser nuestro mejor aliado y quien nos produce el placer de poseer nuestras vidas.