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Miércoles 27/11/2024
 
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29 de febrero: ¿Por qué al año bisiesto se le llama así?

A este año con 366 días se le llama año bisiesto, pero ¿sabes por qué se le da ese nombre y cuál es su utilidad?

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  • Gregorio XIII. -

Cada cuatro años, el mes de febrero tiene un día más: el 29. A este año con 366 días se le llama año bisiesto, pero ¿sabes por qué se le da ese nombre y cuál es su utilidad?

El origen del nombre El nombre de año bisiesto proviene del latín bis sextus dies ante Kalendas Martii, que significa "repetido el dos veces sexto día antes del uno de marzo". Esta era la forma en que los antiguos romanos llamaban al día extra que intercalaban cada cuatro años en su calendario juliano, que fue instaurado por Julio César en el año 46 a.C.

Los romanos no contaban los días del mes del 1 al 31, sino que tomaban tres fechas de referencia: las calendas (primer día del mes), las nonas (quinto o séptimo día, según el mes) y los idus (decimotercer o decimoquinto día, según el mes). Para contar se incluía el día de referencia y el de inicio. Así, el 24 de febrero era el sexto día antes de las calendas de marzo, y el 25 de febrero, el quinto.

Pero en los años bisiestos, el día extra se insertaba entre el 24 y el 25 de febrero, y se le llamaba bis sexto, es decir, el segundo sexto día antes de las calendas de marzo. Con el tiempo, este nombre se aplicó a todo el año que tenía ese día adicional.

La razón del año bisiesto La razón por la que se añade un día cada cuatro años es para corregir el desfase que existe entre la duración del año trópico (el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol) y el año calendario (el número de días que tiene el año en el calendario). El año trópico tiene aproximadamente 365,2422 días, mientras que el año calendario tiene 365 días. Esto significa que cada año hay una diferencia de unas 6 horas, que se acumulan hasta formar un día cada cuatro años.

Si no se corrigiera este desfase, las estaciones se irían retrasando con respecto al calendario, y al cabo de unos siglos, el invierno empezaría en junio y el verano en diciembre (en el hemisferio norte). Para evitar este problema, se intercalan años bisiestos con 366 días, que compensan la fracción de día que se pierde cada año.

La reforma del calendario gregoriano

El sistema de año bisiesto que estableció el calendario juliano no era perfecto, ya que suponía que el año trópico tenía exactamente 365,25 días, cuando en realidad tiene un poco menos. Esto hacía que el calendario se adelantara unos 11 minutos cada año respecto al año trópico, lo que equivalía a un día cada 128 años.

Esto supuso un problema para la Iglesia católica, que quería que la celebración de la Pascua coincidiera con el equinoccio de primavera, como había sido establecido en el Concilio de Nicea en el año 325. Sin embargo, en el siglo XVI, el equinoccio de primavera se había adelantado 10 días respecto al calendario juliano, por lo que era necesario hacer una corrección.

Así, en 1582, el papa Gregorio XIII promulgó el calendario gregoriano, que es el que usamos actualmente en la mayor parte del mundo. Este calendario introdujo una nueva regla para determinar los años bisiestos: son bisiestos los años divisibles entre 4, excepto si son divisibles entre 100, a menos que también sean divisibles entre 400.

De esta forma, se eliminan como bisiestos tres de cada cuatro años seculares (los que terminan en 00), lo que hace que la duración media del año sea de 365,2425 días, muy cercana al año trópico. Con esta reforma, se corrigió el desfase de 10 días que se había acumulado, y se estableció que el equinoccio de primavera fuera el 21 de marzo.

Los años bisiestos en el mundo Aunque el calendario gregoriano se adoptó en 1582 por los países católicos, otros países tardaron más en hacerlo. Por ejemplo, Inglaterra y sus colonias lo hicieron en 1752, Rusia en 1918 y China en 1949. Esto hizo que hubiera diferencias de fechas entre unos países y otros durante varios siglos.

Además, algunos países tienen sus propios calendarios, que no coinciden con el gregoriano. Por ejemplo, el calendario chino es un calendario lunisolar, que combina los ciclos de la Luna y el Sol, y tiene años de 12 o 13 meses, con 29 o 30 días cada uno. Para ajustarse al año trópico, el calendario chino intercala un mes extra cada tres años aproximadamente, que se llama mes intercalar o embolísmico.

Otro ejemplo es el calendario hebreo, que también es lunisolar y tiene años de 12 o 13 meses. Los años que tienen 13 meses se llaman años completos, y los que tienen 12 se llaman años regulares o defectivos. Los años completos tienen 385 días, los regulares 355 y los defectivos 353. El calendario hebreo intercala un mes extra siete veces cada 19 años, siguiendo un ciclo llamado ciclo metónico.

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