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Acento andaluz

Vizcaíno y el Cádiz injusto

Desde hace algunas semanas emerge de mi memoria el último partido del Cádiz C.F. en la temporada 2005/2006. Fui al Carranza ciertamente desganado y con la...

Publicado: 04/03/2024 ·
09:39
· Actualizado: 04/03/2024 · 09:39
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  • La afición cadista en el Nuevo Mirandilla. -
Autor

Fernando Pérez Monguió

Presentador de 'Acento Andaluz' en 7 Televisión y jefe de informativos de la Cadena SER Andalucía

Acento andaluz

Fernando Pérez Monguió analiza en este espacio la actualidad andaluza, con fibra progresista y corazón social

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Desde hace algunas semanas emerge de mi memoria el último partido del Cádiz C.F. en la temporada 2005/2006. Fui al Carranza ciertamente desganado y con la amargura del descenso consumado semanas antes a Segunda División tras una competición liguera para olvidar. Mi equipo arrolló al Málaga, también descendido, por 5-0. Al finalizar el encuentro, yo pensaba que la afición, que había arropado al equipo, a su entrenador y a la directiva durante todo el campeonato, mostraría algún gesto de desaprobación por no haber mantenido la categoría. Lejos de eso, la afición ovacionó al conjunto amarillo, celebró la goleada como si siguiéramos en Primera e incluso con el pitido final centenares de aficionados invadieron el campo para felicitar a los jugadores. Fue un comportamiento ilógico porque un buen partido, pero intrascendente, no podía esfumar el mal sabor de boca de una pésima temporada.

Fue la quinta esencia del manque pierda del Betis. A mí me costó asimilar ese indulto sin penitencia que la afición cadista concedió a todo el club porque sabía lo que costó subir a Primera después de una larga travesía en Segunda y Segunda B e intuía lo que ocurriría: otro calvario prolongado en el tiempo mordiendo el polvo de la irrelevancia y la penuria deportivas. Hasta que en 2014 aterrizó en Cádiz Manuel Vizcaíno a quien no le acompaña precisamente la justicia poética del reconocimiento a una trayectoria exitosa: dos ascensos a Segunda y a Primera y cuatro temporadas consecutivas en la élite del futbol español.

Soy periodista -y no deportivo-, pero les garantizo que les hablo en esta ocasión con los ojos de un aficionado que sufre teniendo que ver al Cádiz la mayoría de las ocasiones por televisión por estar fuera del terruño. Con la misma libertad que defiendo que la afición pueda expresarse como le venga en gana, invoco esa libertad que me ampara también a mí para confesarles ojiplático que no reconozco a una parte de la afición que reclama la dimisión de Vizcaíno. Un sector del público que parece secuestrado por una minoría que ha sabido manosear el disgusto de los cadistas por la mala racha del equipo para imponer una miopía que no sabe valorar una andadura sobresaliente de 9 años, una amnesia que impide cualquier comparación con el pasado y un clasismo o incluso racismo territorial por el que cuestionan al presidente por ser sevillano, convirtiendo en lastre lo que nunca fue, por ejemplo, para el cordobés Antonio Muñoz, el salvadoreño Mágico González, el jerezano Kiko o la santanderina Teófila Martínez.

Quiero, lógicamente, que el Cádiz logre la permanencia, pero un descenso no me hará cambiar de opinión. Mi aplauso a Vizcaíno a quien echaremos de menos cuando le cansemos y agote las baterías de su infinito optimismo.

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