Los dos grandes retos

La vivienda y la movilidad, la falta de la primera y la dificultad en relación a la segunda, se han convertido en los principales problemas de la Costa del Sol desde hace ya tiempo. Por un lado, los precios de la primera vivienda se han disparado sin que nadie sepa ponerle tope ni funcione ningún instrumento legal destinado a arreglar el desaguisado, y lo mismo está ocurriendo con los alquileres o la segunda vivienda. El Ayuntamiento impulsa promociones de VPO y lleva años pidiendo a los promotores que construyan vivienda asequible para los jóvenes, en alquiler o en régimen de compra, además de haber impulsado nuevas formas habitacionales como los llamados coliving, sobre todo para trabajadores que vienen de fuera para desarrollarse aquí profesionalmente. Por otro lado, la movilidad es un problema y grave, en la gran conurbación urbana que es hoy nuestro litoral desde Manilva a Nerja. Málaga sigue pidiendo un tren que vertebre la franja costera occidental, desde Fuengirola a Marbella como mínimo, en lo que sería una actuación no sólo rentable para el erario público, sino también esencial para desatascar la ya sufrida A-7. Habrá que ver qué sucede con el metro de la capital, cuya ampliación al Palo, Ciudad Jardín, o incluso a municipios que rodean la capital ya se está estudiando, en lo que supondría una auténtica revolución de la movilidad de cercanía. Y hay más opciones: la extensión del tren de Cercanías hasta el PTA, que ya se desechó pero es un proyecto que siempre vuelve, o la necesidad de aliviar también el enorme tapón de tráfico que se forma en las horas punta en la autovía del Rincón de la Victoria, una infraestructura que también demanda ya actuaciones específicas para que ir cada día a trabajar no se convierta en un infierno para los malagueños que viven en la franja costera oriental. Incluso, en el caso del litoral occidental, se ha planteado la posibilidad de que un barco una Marbella con la capital como una nueva vía de interconexión metropolitana. Soluciones no faltan, pero, como suele suceder, el dinero público es finito y la cartera de proyectos pendientes no sólo en la capital (recuerden el Guadalmedina, el auditorio o el soterramiento de todo el frente litoral) sino también en la provincia requiere de un volumen de fondos tan extraordinario que parece difícil que todos estos problemas puedan abordarse, a la vez, de forma conjunta.