La comisión que no investigó
El enfado originado por el desenlace unilateral de la comisión sobre espionajes y seguimientos en el PP de Madrid ha tenido su mayor efecto por el boicot que socialistas e IU declararon a las actividades que pueda organizar Esperanza Aguirre...
Definitivamente, es improbable que pueda haber entendimiento con la oposición en una cámara, la madrileña, con un férreo control de la presidenta y sus afines, declaradamente hostiles y beligerantes a los procedimientos de la señora Aguirre. La comisión ha terminado sus trabajos con una intervención en la que el consejero Granados llamó mentiroso a su antecesor en el mismo cargo de consejero de Justicia, Alfredo Prada, y a su también antecesor en el cargo, éste con Gallardón, Pedro Calvo...
¿Tuvo razón de ser esa comisión investigadora? Valdrá la pena recordar que, a la vista de las informaciones periodísticas que se producen, el propio PP anuncia, en voz de Rajoy y de Cospedal, que llegará al fondo de la cuestión y caerá quien sea responsable de esas prácticas indecorosas. Cospedal incluso se da unos días para terminar de elaborar su propio informe y se ve interrumpido por la iniciativa de Esperanza Aguirre de permitir una comisión investigadora en su asamblea. Cospedal se olvida de su propia investigación, para la que estaba reuniendo testimonios de unos y otros y se declara a la espera de los resultados que aportará esa comisión del Legislativo madrileño.
¿Y ahora, qué? Porque no parece que a la propia dirección del PP pueda complacer el resultado de los mismos sobre los que se ha venido sospechando: Aguirre, González y Granados, esencialmente, y aunque alguno de ellos haya sido espiado por sus contrarios. Y sobre todo, queda en la oscuridad el caso de los empresarios favorecidos por el vicepresidente González, alguno de los cuales viajó incluso con él a Colombia y África del Sur, y se sospecha que le habría pagado el costoso viaje. De eso no volvió a saberse nada. Tampoco, del fastuoso edificio que se construye Granados... La cuestión es si ahora Rajoy y Cospedal reanudarán su compromiso a llegar hasta el final en esta historia, o la cerrarán para no dar más material a los opositores, ya muy entretenidos con las alcaldías de Pozuelo, Majadahonda, Arganda, o la Comunidad Valenciana.
Hoy se cuenta que el ya muy famoso Francisco Correa, el principal implicado en el caso Gürtel, regaló un jaguar a Jesús Sepúlveda, cuando éste, ahora dimitido en la Alcaldía de Pozuelo, era senador del PP por Murcia y ejercía el cargo de secretario nacional del Área electoral con Aznar. Sepúlveda, por cierto, sigue declarándose plenamente inocente de las sospechas que recaen sobre él, tras haberse visto forzado a dimitir de la Alcaldía de Pozuelo, pero siguiendo como concejal de la misma localidad. ¿Qué opinará sobre todos estos lances en su propio partido el alcalde Gallardón, que conoce bien a cada uno de los personajes del drama? ¿Conseguirá que Mariano Rajoy, en pleno uso de sus facultades y de su liderazgo, tenga el atrevimiento de entrar en el territorio de su baronesa Esperanza Aguirre? Es altamente dudoso que lo haga.
Rajoy quiere paz y sosiego, la que le acaba de aportar su escasa y sin embargo importantísima victoria en Galicia –con un escaño más ha recuperado el gobierno que había perdido Fraga por la conjunción de socialistas y nacionalistas–.
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