El Domingo de Ramos dejó estampas imborrables para la memoria de los cofrades, que pudieron disfrutar de un día a pleno sol con cuatro cortejos en la calle bien plantados desde la Cruz de Guía hasta el último componente de la banda. Pero también dejó episodios dignos de comentar por lo penoso de la situación y, sobre todo, de olvidar.
Esas escenas se produjeron al paso de Nuestro Padre Jesús del Amor Despojado de sus Vestiduras, y el motivo no es otro que su estilo particular de cargar el paso. Al parecer, una razón para escupir al Señor desde un balcón de la Plaza de Candelaria, golpear al capataz, empujar y poner zancadillas a los cargadores con el consiguiente riesgo que esto entraña para la integridad de las personas que estaban viendo el paso en la calle Novena, además de insultos e improperios hacia la junta de gobierno.
El hermano mayor de la Corporación del Domingo de Ramos, Luis Manuel Rivero, rehusó a entrar en polémicas, asegurando que se siente “muy orgulloso” del comportamiento de su hermandad en la calle. En este sentido, indicó que seguirán como hasta ahora, “porque así lo quieren los hermanos, de los que no he recibido ninguna queja, todo lo contrario”.
Desgraciadamente, no es la primera vez que se viven escenas de este tipo en la Semana Santa de Cádiz. Ayer sin ir más lejos la Archicofradía de la Palma tuvo que soportar como un grupo de personas empezaron a gritar al paso de la Virgen de las Penas: “Estamos en Cádiz”, a lo que otro grupo de personas respondió: “Si no os gusta, no vengáis a verlo”. Lamentable que se dé esta imagen de nuestra Semana Santa.