3 de abril, ayuntamientos democráticos (I)
Se cumplen 30 años de las elecciones que dieron origen a los primeros ayuntamientos democráticos...
Se cumplen 30 años de las elecciones que dieron origen a los primeros ayuntamientos democráticos. Es buena fecha para recordar aquel momento y para hacer balance. Tuve el honor de formar parte de aquella corporación y, pasado el tiempo, formé parte de otra.
Recordar aquellos tiempos de clandestinidad, de lucha por las libertades, de situar a España en algo que se pareciera a Europa, en definitiva de modernizarla, produce el regusto de creer que cumplimos con nuestro deber de ciudadano. Sé que aquellos pocos locos fuimos una mota de polvo en todo un desierto; que otros muchos, en otros lugares sufrieron e hicieron más, pero aquí éramos los que éramos y para bien o para mal, eso ya no nos lo quita nadie. Ahora parece que todos los de nuestra quinta estuvieron en aquel frente pero les puedo asegurar que mirábamos a los lados y no había nadie, estábamos siempre los mismos, las mismas caras, solos con la soledad e incomprensión que reciben los que tienen ideales y se entregan. El fracaso del golpe de Tejero, la casi seguridad de que ya no pasaría nada, despejó el bosque. Arribaron nuevas gentes, pero con la arribada se colaron oportunistas, maleantes y cuentistas. Se pasó de la política a lo mercantil, de los ideales al pragmatismo.
Tanto es así, que se olvidaron valores como ética, honradez, discreción, disciplina, orden, igualdad son cosustanciales con la democracia. Dicho de otra forma y para que se enteren, sin estos preceptos no hay democracia.
Pero tengo la impresión que en el fondo de su alma saben que no son demócratas que cuando tienen el poder no practican ni con ésta ni con la libertad; para parecerlo se inventan artificios, leyes de género, de paridad, de incompatibilidades, van a concentraciones, se ponen lazos y ponen cara de circunstancias. Todas estas poses les ayudan a desprenderse de sus complejos y de su mala conciencia.
De sobra saben que si dieran ejemplo, si no fueran tan vividores, muchas de las cosas que pasan no estarían pasando.
La arrogancia, el descaro, la permanente mentira en sus intervenciones, provoca que los ciudadanos les imiten, que todo el mundo quiera sacar tajada. Que sean muy pocos los que dan algo a cambio de nada. Mientras, como siempre digo, “la juventud tomando nota”.
Evidentemente y por fortuna no todos son iguales. En lo político hay gente seria, responsable y con vocación; pero cuando en un grupo aparece un choque de intereses, siempre pierden los buenos.
Recordar aquellos tiempos de clandestinidad, de lucha por las libertades, de situar a España en algo que se pareciera a Europa, en definitiva de modernizarla, produce el regusto de creer que cumplimos con nuestro deber de ciudadano. Sé que aquellos pocos locos fuimos una mota de polvo en todo un desierto; que otros muchos, en otros lugares sufrieron e hicieron más, pero aquí éramos los que éramos y para bien o para mal, eso ya no nos lo quita nadie. Ahora parece que todos los de nuestra quinta estuvieron en aquel frente pero les puedo asegurar que mirábamos a los lados y no había nadie, estábamos siempre los mismos, las mismas caras, solos con la soledad e incomprensión que reciben los que tienen ideales y se entregan. El fracaso del golpe de Tejero, la casi seguridad de que ya no pasaría nada, despejó el bosque. Arribaron nuevas gentes, pero con la arribada se colaron oportunistas, maleantes y cuentistas. Se pasó de la política a lo mercantil, de los ideales al pragmatismo.
Tanto es así, que se olvidaron valores como ética, honradez, discreción, disciplina, orden, igualdad son cosustanciales con la democracia. Dicho de otra forma y para que se enteren, sin estos preceptos no hay democracia.
Pero tengo la impresión que en el fondo de su alma saben que no son demócratas que cuando tienen el poder no practican ni con ésta ni con la libertad; para parecerlo se inventan artificios, leyes de género, de paridad, de incompatibilidades, van a concentraciones, se ponen lazos y ponen cara de circunstancias. Todas estas poses les ayudan a desprenderse de sus complejos y de su mala conciencia.
De sobra saben que si dieran ejemplo, si no fueran tan vividores, muchas de las cosas que pasan no estarían pasando.
La arrogancia, el descaro, la permanente mentira en sus intervenciones, provoca que los ciudadanos les imiten, que todo el mundo quiera sacar tajada. Que sean muy pocos los que dan algo a cambio de nada. Mientras, como siempre digo, “la juventud tomando nota”.
Evidentemente y por fortuna no todos son iguales. En lo político hay gente seria, responsable y con vocación; pero cuando en un grupo aparece un choque de intereses, siempre pierden los buenos.
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