Una exposición tras otra, una propuesta tras otra, no paran de sucederse este verano en Ayamonte. Pintores consagrados, caminantes del pincel y el lienzo, arriesgados jugadores del color y la simetría o investigadores de las nuevas formas y concepciones pictóricas. Todos ellos, como una legión de conquistadores de la opinión experta o inocente de los miles de visitantes que están acudiendo a cada galería ayamontina luchan por mostrar lo mejor y más novedoso, lo reciente y en algunos casos, lo de siempre.
En esta ocasión la sala de las tinajas de la Casa Grande se clausura ‘Es mi alma’, una muestra de Ana Feu y mañana se inaugura otra muestra de Laura e Ignacio, hija y padre. Pero ahora quiero detenerme unas líneas, en la sorpresa que produce al visitante esta primera exposición individual de la autora ayamontina, sevillana de adopción y con sangre hispana y lusa corriendo por sus venas. Ana ha querido soltar amarras y mostrarse tal cual, con su alma al desnudo, porque no hay que olvidar que su obra es un juego de luces y sombras, simetrías y colores y rincones de sus ciudades amadas, sin mirar hacía otros lados.
Es una serie de trabajos de formato mediano tirando a grande, quizás alguno rozando la mayoría de edad. Sus ojos siempre han estado mirando hacía lo cercano, lo que siente suyo, esos espacios a los que dice pertenecer, esos lugares que hace suyos sean de Ayamonte, Sevilla e incluso Portugal. Si, porque lleva muy dentro ese terruño materno de Moncarapacho. O esa casa que le inspira a los pies del mar en una zona tan natural como única, Cabezo. Quizás esa sea la razón de sentirse a mitad de camino, seguramente en medio de un rio que para unos hace de frontera y para otros de autovía.
Ha sido una suerte llegar a tiempo, casi cerraban la puerta, pero allí estaban como esperando para despedirse, esos lienzos repletos de vida, esos juegos imperfectos de óleo y acrílico, esa distribución estudiada de magentas, blancos o violetas, esa ausencia eterna de negro. Y es que Ana Feu cuando apenas el sol ha traspasado el horizonte, ya busca la solución en el lienzo en blanco, ya imagina la composición que le indique el camino nuevo. Y los lápices perfilan, los pinceles distribuyen el color y sus ojos iluminan de nuevo un proyecto que toma forma.
Ana Feu se va satisfecha. El público ha disfrutado y reconocido su trabajo. Ha sentido muy cerca el apoyo de cultura en la persona de su concejal y de sus técnicos. Ha vendido algunos de sus trabajos y eso es mucho. Y le han salido sin quererlo, nuevos proyectos a los que tendrá que hacer frente en octubre y noviembre. Huelva y Sevilla van a recibirla con los brazos abiertos.