Este ha sido el caso del CEIP La Marquesa, un centro que pese a corto periodo de vida, se ha visto desbordado al haber recibido 120 solicitudes para las clases de 3 años cuando sólo ofrecían 52 plazas.
Por ello, y atendiendo a lo establecido por la Consejería de Educación, a las 09.30 horas de la mañana daba inicio al sorteo público de las plazas, entrando en juego aquellas solicitudes que habían empatado a puntos dentro de la oferta tras la baremación y que había puesto el umbral del límite de puntuación para entrar en el mismo a partir de 10.5 puntos. Es decir, cómo mínimo, para entrar en La Marquesa se requería pertenecer a la zona (10 puntos) y poseer una renta económica familiar baja (0,5 puntos).
El equipo directivo explicó a los padres allí presentes, menos de los previstos atendiendo a las numerosas quejas, el modus operandis del sorteo que fue calificado por los progenitores de “bastante complejo”.
En una caja se introdujeron todos los números correspondientes cada uno al número de solicitud. Una mano inocente, una de las maestras del centro, sacó el número 37 acompañado del término “ascendente”, por lo que se empezaría a contar desde el número 37, 38, 39... y así sucesivamente en la lista, de la que al final entrarían 46 alumnos que contaran con más de 11 puntos y seis con 10.5 puntos.
La respuesta de los padres no se hizo esperar que corrieron hasta el tablón de anuncios de la puerta del centro en el que se encontraba el listado de solicitudes para ver si su hijo había logrado entrar o no.
Comenzaba entonces el momento de la alegría de aquellos cuyos hijos habían logrado entrar, y la cara triste y amarga de los que no lo habían conseguido.