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Viernes 15/11/2024
 
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Andalucía

Demasiado en juego el 20D

Con todas las listas ya cerradas, cada partido afronta un reto distinto en las generales. El PSOE-A confía en vencer en siete de las ocho provincias y el PP, que ve imposible repetir el resultado del 2011, se conforma con la menor caída. C's busca aprovechar el tirón de Rivera.

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  • Díaz y Sánchez -

La comunidad autónoma que más asientos reparte en el Congreso se convertirá hasta el 20 de diciembre, de nuevo, en un gigantesco campo de batalla en el que dirimir buena parte del color político del Ejecutivo que se instalará en la Moncloa. Los 6,5 millones de andaluces llamados a las urnas elegirán 61 de los 350 diputados, uno más que en 2011 y la mayor cosecha regional de toda España. El peso del sur a la hora de decantar los platos de la balanza no es novedad -es ya casi constante histórica- pero el nuevo escenario de fragmentación del voto  dispara la posibilidad de que Andalucía sea más decisiva que nunca.

Lo sabe, cómo no, el PSOE, granero de votos tradicional del socialismo. Tras cuatro años de travesía por el desierto desde el varapalo de aquella mayoría absoluta de Rajoy en 2011, el partido se juega tanto el 20D que se ha conjurado para desalojar al PP del poder. Y tal y como están las relaciones entre Ferraz y San Vicente, eso implica enterrar hachas de guerra hasta que se abran las urnas.  El runrún, sin embargo, sigue apuntando que si Pedro Sánchez no saborea el poder la federación que dirige Susana Díaz aguarda para desembarcar en Madrid y tomar las riendas. 

Suceda o no, el candidato socialista sabe que sus posibilidades pasan en buena medida por arañar un buen resultado en Andalucía, donde ya se ha dejado ver, en Almería, en precampaña. El objetivo lo confirmaba un alto cargo del PSOE-A hace una semana fuera de micrófono: ganar en siete de las ocho provincias andaluzas -en 2011 sólo retuvo Sevilla- porque Almería, intuyen los socialistas, volverá a resistírseles. 

En la orilla del PP el viento sopla con menos empuje. Se asume, como en el resto de casos, que el resultado de Andalucía será determinante, pero reeditar la cota histórica de 2011, cuando los populares doblegaron al PSOE con un botín de 33 escaños frente a los 25 de su gran oponente, es una quimera. En una entrevista concedida hace semanas a este medio, el propio presidente del PP-A, Juan Manuel Moreno, asumía que será “muy complicado” acercarse siquiera a ese listón. Hace cuatro años canalizaron el descontento con la gestión de la última etapa de Rodríguez Zapatero y la falta de respuestas a la crisis. Tocaron techo entonces y lo ratificaron en 2012 con la inédita y amarga victoria, sin premio, de Javier Arenas en las autonómicas, pero cuatro años después la losa de los recortes pesa sobre sus hombros. Tanto que en cuatro años se le han esfumado  917.000 votos y la cita electoral de marzo, en clave regional, no hizo más que ensanchar la herida. Una caída contenida sería, pues, el resultado menos malo.

Al PP los votos se le escapan en forma de sangría hacia Ciudadanos, que aunque también bebe de descontentos del PSOE encuentra en la derecha su afluente natural. En la cresta de la ola, quizás tengan de nuevo la llave, ahora de la política nacional. Su presidente regional augura que aspiran a representación en todas las provincias andaluzas, aunque alcanzarlo dependerá de un cruce de factores: se beneficiará del tirón de Albert Rivera, nueva sensación de la política española, pero el electorado puede que también someta a examen el respaldo concedido desde junio a Susana Díaz. La ecuación es sencilla: al votante que llega del PP quizás no le seduzca apuntalar al PSOE.

A Podemos quizás la cita le llegue con el pie cambiado. Las relaciones con la dirección nacional no son precisamente fluidas, pero deberá arrimar escaños para que Pablo Iglesias consume su ansiado asalto al cielo de Moncloa. El arranque de legislatura en Andalucía les ha otorgado un papel más secundario del augurado y el resultado es una incógnita, con Cádiz, Sevilla y Málaga como posibilidades de éxito. Para IU, frustrada la integración en candidaturas comunes con Podemos, cualquier escaño sería una bendición.

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