Este sábado se ha llegado a un acuerdo in extremis en Cataluña que pasa porque Artur Mas se vaya al puesto que le correspondía, el cuarto, y deje la Presidencia del Generalitat al alcalde de Girona, un elemento que tiene que estar bien visto por la CUP porque se queda a diez metros más allá del independentismo de la CUP, a treinta del de Esquerra y a 50 del de Artur Mas. O sea, que Mas no pasará a la Historia por ser el libertador de Catalonia, sencillamente porque los méritos se otorgan y se olvidan a favor de la cara que tenga el president, que no es la de Mas aunque tenga más cara que Mas.
El tal Carles (léase Carla) Puigdemont (léase puchdemunt) se apuntó a una tal Asociación de Municipios por la Independencia, se hizo presidente de la misma y dijo eso de que había que expulsar a los “invasores”, que son el 52 por ciento de los catalanes que no quieren la independencia. Al menos como la quieren ellos.
Y ya está. El lunes podrá seguir la vida en Cataluña aunque estando como están y no estando para lo que tienen que estar -por que a ver qué gobierno le mete mano a la situación económica en la que los distintos gobiernos de los convergentes han dejado a esa región-, o sea, para solucionar los problemas más perentorios de miles de catalanes que están a dos velas, es de suponer que la vida en Cataluña seguirá como está ahora, crispada, cabreada y ensimismada en contemplar la clase política que les ha tocado sufrir.
Claro que en el resto de España los “invasores” no están mejor y de eso se van a aprovechar los independentistas, el Partido Popular y Podemos. ¿Por qué? Pues a mi entender porque si mal lo hicieron los emergentes al principio (Podemos) de la campaña y al final (Ciudadanos), peor lo están haciendo ahora Ciudadanos, que ya se ha quitado la careta y el PSOE, que tiene demasiadas caretas y no hay forma de saber cuál es la buena.
Rajoy, el hombre tranquilo, güevón, mejor dicho pero que a base de apoyarlos en el escalón de su casapuerta las ve ir y venir, se debe estar frotando las manos después de que este sábado se conociera la fumata blanca entre los que están Juntos por el Sí y los del relaxing cup of café con leche in Plaça de Sant Jaume. Se estaba viendo el hombre sin su mejor arma al grito de Santiago y cierra España y ahora le sale el Puigdemont con cuernos de diablo y Mas a su lado cual angelito.
A Rajoy, ya, hasta le da igual que España repita las elecciones porque visto lo que está viendo con los demás partidos y visto lo que sacó el 20-D, sólo puede mejorar, mientras que los demás serán víctimas inexorables de sus palabras y sus silencios y sobre todo del espectáculo dantesco que están dando.
Ciudadanos no pacta con el PSOE si este pacta con Podemos, que no está dispuesto a pactar con el PSOE porque a Podemos también le conviene repetir elecciones visto como están los socialistas. El PSOE no está dispuesto a pactar con el PP porque eso no se estila en España, pero sobre todo porque Pedro Sánchez no quiere ser el segundo de Rajoy; ni con Podemos a no ser que Pablo Iglesias renuncie a celebrar el referendo catalán que fue lo que le hizo enmendar la plana después de pifiarla el 27-S. Por contra prefiere tratar de ponerse de acuerdo con toda la izquierda, incluido Podemos e incluyendo a ERC que también quiere la independencia de Cataluña, se supone que si ésta renuncia a la independencia de Cataluña. Harto difícil.
Ciudadanos se lanzó desde el primer momento a apoyar a Rajoy y a Pedro Sánchez para dejar fuera al resto de la izquierda, pero no quiere tratos con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias aunque éste renuncie el referendo de Cataluña. Y ahí están.
No sólo no hay cultura de pactos sino que no hay políticos con la suficiente capacidad para disimular al menos hasta el día antes de que se convoquen las nuevas elecciones que están buscando el interés de los españoles en vez del propio. Visto lo cual, cuando llegue la nueva cita puede que se aclare el panorama o puede que no. Y Santiago y Sant Jaume, a la gresca mientras que los españoles nos tenemos que joder porque tenemos lo que hemos votado.