Hace unos meses recibí la triste noticia del cierre de un establecimiento emblemático y querido de Conil. Hoy con nostalgia me viene a la memoria los momentos inolvidables vividos allí.
En 1986 la movida conileña se concentraba en su mayoría por la calle del Peñón y alrededores. Pero hubo algunos jóvenes pioneros que decidieron abrir pub y otros establecimientos en la calle Ancha y en la plaza Goya. Estos consiguieron extender los espacios de ocio de jóvenes y no tan jóvenes.
Uno de aquellos pioneros que quiso probar fortuna en la nueva ruta de la movida, se llamaba Joaquín. Si no me falla la memoria era de Cádiz o de San Fernando. Este muchacho abrió una hamburguesería en la entrada a la calle Ancha, por Santa Catalina. Frente al arco del cementerio viejo, por más señas. A este local pequeño y acogedor lo llamo, “Burger Juaki”.
Por motivos que desconozco ,este emprendedor dejo el burger al año aproximadamente. El local fue cogido por dos muchachos venidos de San Fernando, ambos se llamaban Manuel. Para diferenciarlos los clientes llamaban a uno Manolo y al otro Manuel. Mantuvieron el mismo nombre de la hamburguesería. Estos isleños pronto conectaron con los habitantes de Conil. Haciendo su clientela gracias a lo enrollados, serios y formales que eran.
Durante unos doce años fui cliente medio asiduo de estos. En invierno solía ir los sábados, algunos domingos y días festivos. En verano iban todos los fines de semanas, más varios días entre semana. En este rinconcito de Conil, he vivido momentos inolvidables, junto a amigos y colegas. He tenido el placer de degustar las hamburguesas y los sándwiches de pollo que estaban para chuparse los dedos, de sabrosos y ricos que eran.
El burger Juaki en sus treinta años de historia, presume de haber conocido los últimos años de la caseta municipal en los jardines de santa Catalina. Además de presenciar las últimas verbenas de las que se organizaban en la calle Ancha. Ha sido un testigo mudo durante la reforma de la torre de Guzmán y ha vivido desde muy cerca la rehabilitación de la iglesia de Santa Catalina y la adquisición de la Chanca para transformarla en espacio público, para disfrute sociocultural del pueblo y sus visitantes. Sirviendo a la vez de patrimonio histórico de gran interés turístico.
Los miles de clientes, sean vecinos o foráneos venidos de todos los rincones del mundo que durante tres décadas han pasado por el Juaki, han sentido pena y tristeza por la desaparición de este emblemático burger. El gran merito que este local se haya llevado abierto durante tantos años, sin duda lo tienen los manolos, gracias a la profesionalidad de ambos. Hubo un tiempo en que en Conil se abrieron varias hamburgueserías por distintos barrios de la localidad. Poco a poco fueron cerrando la mayoría. Solo el Juaki ha perdurado en el tiempo, soportando sobre sus espaldas dos crisis económicas, la del 93 y la más reciente del 2008.
Vaya este homenaje para estos Cañaillas que durante tantos años fueron socios. Hoy el mismo destino que los unió los ha separado. El local alquilado que dirigieron durante tanto tiempo, fue reclamado por sus propietarios. Con dolor y pena en sus corazones, marcharían estos amigos y compañeros hacia otra etapa nueva en sus vidas. Uno abandonaría el burger antes que se produjera el cierre para trabajar en un establecimiento en la plaza Goya. El otro isleño aguanto el tirón hasta el final, como buen capitán fue el último en abandonar el barco.
Hoy tiene una nueva hamburguesería al final de la calle Canarias.
Estos Cañaillas de alma conileña, estén donde estén siempre mantendrán en sus corazones encendida la llama que durante tres décadas ha mantenido vivo al espíritu del burger Juaki.Pedro