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Pienso, luego estorbo

No fueron a los funerales

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Pablo Iglesias considera que es una mala noticia que Otegi no pueda concurrir a las elecciones vascas. Inmediatamente, el enterraor de IU, es decir, el comunista Garzón, como un papagayo, manifestó en su cuenta de Twitter que le parece una enorme cacicada impropia de un país que se dice democrático. Algo que no entiendo, porque Podemos nos ha vendido con contundencia su lucha contra la corrupción política. ¿Dónde está el asesinato de un ser humano inocente en la escala de valores de Podemos? ¿Por debajo de los chorizos? El argumento de que son las elecciones las que legitiman y lavan los pecados es bastante peregrino, y peligrosamente antidemocrático. Cualquier terrorista o delincuente podría presentarse a concejal de ayuntamiento para absorber sus crímenes en un baño de votos. Están confundiendo la mayoría electoral, como mecanismo de decisión con la democracia, como sistema de leyes que regulan la convivencia. O sea, el culo y las témporas.
A lo largo de la vida, uno va a muchos funerales. Los hay protocolarios y los que te atañen de manera directa y te atraviesan como una lanzada en el costado. Pero todos afectan porque, incluso en los funerales de índole social, la proximidad a las postrimerías siempre mueve un punto de reflexión. A más experiencia y veteranía uno suma más funerales. A más juventud, parece que se instala un súbito interés por los muertos del pasado muy remoto, como por ejemplo los de la guerra civil, o los de la época de Napoleón, y, por el contrario, una amnesia por los muertos coetáneos, como si estos no hubieran existido nunca. A lo mejor es una hipótesis errada, pero lo que para mí es un hecho incontrovertible es que Garzón y aquellos que se han mostrado favorables a su comentario han ido a pocos funerales y, sobre todo,  nunca fueron a un funeral causado por los asesinos de ETA, al ser los que se muestran más complacientes con que los antiguos pistoleros se presenten en público para que el jabón de las urnas les limpie las manos de sangre. No es que estas personas sean tontas contemporáneas o miserables, si no que, jamás tuvieron que dar un pésame a una viuda o a un huérfano por el simple hecho de que su padre era un demócrata. Ellos, tan seguros de sí mismos, nunca tuvieron que ir a los funerales. Y seguro que no fueron al de su padre, madre o hermana, ya que, de lo contrario, no hablarían con tanta ligereza. Camarada Garzón, lo que es una cacicada es que más de 900 seres humanos no puedan ir a votar porque el demócrata de Otegi y los suyos le quitaron ese derecho con un tiro en la nuca o con una bomba lapa pegada debajo de su coche, eso sí es una verdadera cacicada.

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