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Gente, lugares y tradiciones

¿Cómo se pudo cruzar el Mar Rojo?

El relato bíblico dice que murieron los primogénitos de los animales, incluidos los caballos, en la décima plaga

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Cuenta el relato bíblico que los israelitas, poco después de salir de Egipto tras la noche de Pascua, cruzaron el Mar Rojo. Para ello las aguas se separaron formando sendos muros a derecha e izquierda y los hebreos, conducidos por Moisés, caminaron sobre tierra seca en el corazón del mar. Los egipcios, con seiscientos carros escogidos, más otros carros cuyo número no se menciona, se adentraron en el mar abierto, persiguiendo a los hebreos. Cuando éstos llegaron a la otra orilla, Moisés extendió sus brazos y las aguas que formaban muralla a derecha e izquierda se precipitaron sobre el ejército egipcio, ahogándose hombres y caballos.


A propósito de los caballos, habría que preguntarse qué de dónde los sacaron los egipcios, ya que todos los animales habían perecido durante la quinta plaga, aparte de que durante la décima murieron los equinos primogénitos. ¿Cómo pudieron perecer los primogénitos si no había caballos? Unos cuantos cientos de caballos, y menos en la cantidad que se infiere del relato bíblico, no se consiguen de la noche a la mañana. Se precisan largos años para reunirlos y prepararlos para misiones militares.


Se pensaba que el cruce del Mar Rojo lo habían efectuado los israelitas por un lugar cercano al Mar de las Cañas, entre Egipto y la Península del Sinaí. Pero ahora se cae en la cuenta de que el paisaje de ese concreto sitio no es el que se describe en el relato. El paisaje descrito corresponde más bien a un lugar entre la Península del Sinaí y Arabia, por lo que el paso del Mar Rojo se habría efectuado en el Golfo de Aqaba, partiendo del sitio conocido como Nuweiba, en una extensa playa a la salida de un largo desfiladero entre montañas. Eso explicaría por qué los israelitas no podían retroceder, mientras el ejército egipcio los perseguía. Si esto es así, el monte Sinaí descrito en la Biblia estaría en Arabia Saudita y no en la Península del Sinaí.  


 Entre la playa de Nuweiba y la tierra de Arabia existe, a 100 metros de profundidad, un puente submarino de casi 13 kilómetros de largo por unos 900 metros de ancho. Al decir de los entendidos, en la antigüedad este puente natural quedaba al descubierto cuando bajaba la marea, cubriéndose de nuevo a la subida de las aguas, subida que se daba al poco tiempo, por lo que sorprendía a quien cruzase por allí. Siendo el caso que hablamos de 100 metros de profundidad marina, se duda de que el citado puente quedase al descubierto al bajar la marea.


Suponiendo que los israelitas hubiesen cruzado por ese puente, no se formarían muros de aguas a ambos lados, sino que el agua estaría por debajo de la elevación del terreno que hacía de puente entre la península del Sinaí y Arabia. Los egipcios se habrían arriesgado a cruzar, pero les sorprendería la repentina subida de la marea, cuyas aguas cubrirían el puente y ahogarían a los atrevidos. Naturalmente, se habla en sentido teórico; aunque sí sorprende que este lugar se ajuste perfectamente a la descripción bíblica y no el sitio tradicionalmente supuesto para el cruce, por el Mar de las Cañas, entre Egipto y la península del Sinaí.    


En 1978 el arqueólogo Ron Wyatt y sus dos hijos descubrieron en el fondo del golfo de Aqaba restos de carruajes egipcios antiguos, ruedas de ocho radios y huesos de humanos, así como de caballos. Los literalistas bíblicos creen que este descubrimiento es prueba irrefutable de que lo descubierto por Wyatt es nada menos que parte de los carros del ejército egipcio, cuyos hombres y animales se ahogaron en aquellas aguas cuando perseguían a los israelitas.


De hecho le fue entregada una rueda hallada en el fondo del mar al director del centro de antigüedades egipcias, doctor Nassif Mohammed Hassan y éste dictaminó al momento que la rueda había pertenecido indudablemente al ejército egipcio de hacia el año 1446 antes de nuestra era, dado que solamente en esa época, durante la décimo octava dinastía, se utilizó este tipo de rueda de ocho radios. Por tanto los literalistas se apresuraron a afirmar que había sido descubierta la evidencia de que el ejército del rey de Egipto que perseguía a los hebreos había sucumbido en el Mar Rojo, tal como indica la Biblia.    


Sin embargo este descubrimiento, de ser cierto -pues se ha demostrado que Wyatt presentó como reales falsos descubrimientos en diversos lugares del mundo-, no demuestra que el ejército del rey de Egipto que trataba de apresar a los israelitas se ahogara en el mar. Lo más que eso evidenciaría es que una gran barcaza que transportara carros y caballos egipcios naufragara, por la razón que fuera, y se hundiera al atravesar esa parte del mar, pereciendo los hombres y los animales que ocuparían la barcaza.


En efecto, Wyatt descubrió solamente algunos restos óseos y partes de los carruajes, además de contadas ruedas. Sin embargo, dado que la Biblia habla de al menos seiscientos carros, deberían haber sido descubiertos en el fondo del mar los restos y las ruedas de dichos carros, así como las osamentas de al menos seiscientos caballos (suponiendo un caballo por carro, que probablemente habría dos) y más de mil o dos mil hombres. Si se hubiera descubierto todo eso, entonces podría hablarse del ahogamiento de un ejército entero en el Mar Rojo, aunque eso no significaría que los ahogados fueran los egipcios que iban tras los hebreos.   


 Suponiendo que los israelitas (se calculan unos tres millones de personas más los rebaños y los carros) hubieran atravesado el lecho del mar por dicho puente natural, tendríamos que pensar en la siguiente distribución: 3 millones de personas, a 10 personas de promedio por familia, suponen 300.000 familias. Cada familia llevaría sus pertenencias en un carro de grandes dimensiones, lo que da 300.000 carros. Cada carro iría tirado por dos bueyes, lo cual hace un total de 600.000 bueyes. Es de suponer que los carros llevaran un gran acopio de alimentos y agua para las personas y los animales, lo que implica un gran peso en los carros. En cuanto a los rebaños, hemos de pensar en un número considerablemente alto, tal vez de millones de cabezas, entre ovejas, cabras, toros y vacas.


¿Cómo se colocó tal ingente cantidad de personas y animales para cruzar ordenadamente 13 kilómetros de mar y cómo consiguieron llegar todos ellos a la otra orilla al amanecer, si la travesía difícilmente pudo haberse realizado en menos de 26 horas sin descanso, ya que se obligaban a ir al paso de las carretas, las cuales no podrían avanzar a más de medio kilómetro por hora por el lecho arenoso y pedregoso del mar? Se mire por donde se mire y se calcule como se calcule, la hazaña de cruzar por su fondo el Mar Rojo no pasa de ser más que un relato moral.

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