No cabe la menor duda de que con la llegada de Javier Barrero al Puerto de Huelva, el mismo está tomando un nivel de alta resonancia y futuro, y al muestrario y ejercicio realizado en su corta andadura me remito con esa visión propia que vislumbra nuevas esperanzas para la ciudadanía de Huelva y la provincia a través de los océanos.
Uno conoce a Javier Barrero desde hace años, pero donde más cercanamente pude tener contacto profesional con él fue cuando estuve de corresponsal de prensa en Punta Umbría, ya que por aquel entonces cubría todos los plenos del Ayuntamiento. Por aquellas fechas, Javier Barrero era concejal del Consistorio costero, y mira por dónde y así quedamos en admitirlo, que un mal entendido informativo, tras las consiguientes aclaraciones, sirvieron para el acercamiento más real con el edil, de tal manera que, cuando nos veíamos por Punta Umbría, nuestras paradas y saludos siempre fueron cordiales.
Pues bien, dicho esto, quiero aclarar que a Javier Barrero le conozco desde que coordinaba en Huelva y la provincia el cobro de los carnet de la UGT de sus afiliados, de manera especial en Minas de Tharsis, ya que delegaba esta tarea en Juan Caro y en mi cuñado Diego Moreno Moguer (ya fallecido), al que le unía una sincera y amplia amistad sindical, según me comentaba él.
Hoy Javier Barrero, como director de la zona portuaria de Huelva, está consiguiendo lo que la política no ha conseguido hasta la fecha por tierra, que el Puerto de Huelva se abra en amplitudes y singladuras para que Huelva no solo se vaya a comunicar con Cádiz a través del océano Atlántico, sino también expansionar la navegación de Huelva por todos los océanos, algo así como volver a los tiempos pretéritos, cuando la época más floreciente de nuestra navegación hacia el extranjero debido a la explotación de las cuencas mineras de nuestra provincia, con presencia de barcos ingleses, escoceses, alemanes, como el Ingrid Leonard, etc.
Javier Barrero, a pesar de las contradicciones de sus opositores, ha sabido en la política subir a los palacios y bajar a las cavernas, o mejor dicho, bajar hasta Huelva, porque por Huelva no se pasa, y por donde se pasa siempre se deja algo. Barrero bajó de los palacios hasta nuestro aislamiento y desde el lugar que le corresponde, y con el bagaje político que no hay quien se lo quite, por algunos cuestionado, con su firmeza, verticalidad y mano izquierda, como digo, está consiguiendo por la mar para Huelva lo que en tantos años no se ha conseguido todavía hacer por tierra.
Y es que una parte de los éxitos de Javier Barrero se hallan en la fertilidad geográfica que parece que contradicen a nuestra ciudad y no es otra que aquella que apuntan nuestras fronteras desde todos los ángulos de la costa hacia el mundo, y que ha estado visible siempre desde todos los frentes pero nunca se ha sabido ni entender y tampoco atender. Javier Barrero, mi felicitación y gracias.