El 2017 ha sido declarado por las Naciones Unidas como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, con ello se pretende incitar a los gobiernos a gestionar debidamente esta importante actividad, de tal manera que siga fomentando el crecimiento económico, pero sin detrimento de la inclusión social y de la correspondiente protección de los bienes culturales y naturales.
El turismo ha desembocado, en las últimas décadas, en un fenómeno de masas, lo cual es positivo, pues ha convertido el viajar de un privilegio en algo cercano a un derecho, máxime en un mundo que presume de la permeabilidad de las fronteras.
Pero este turismo masificado ocasiona también cierta problemática que está siendo utilizada por grupos extremistas que, como siempre, dicen representar al pueblo, a la gente, y que, al parecer, quieren reprimir que esa gente, conozca otros territorios, otras culturas.
Algunos poderes institucionales también se están preocupando por la masificación turística, pero las soluciones que se proponen tienen un marcado carácter de negatividad: limitar la actividad (reducir el número de camas hoteleras; restringir las visitas; poner trabas a la hostelería) e imponer tasas disuasorias.
En El Puerto el problema de la masificación se ha solucionado, en parte, por la pésima gestión que se ha llevado en la política turística. En los últimos años nuestro municipio ha perdido peso en el sector frente a otras localidades de la provincia que han apostado más y mejor por esta actividad económica.
El actual alcalde socialista se ocupa en persona de la concejalía de Turismo, pero de todos es conocido que no está ni se le espera en esta labor.
Se vende como único éxito que este año hay una abundante oferta de espectáculos musicales, cuando ello se debe, en exclusiva, a la iniciativa empresarial. Algún día se apuntaran a su favor que ha salido el sol o que el levante ha amainado.
Pero la nula gestión política de una larga lista de concejales que se han ocupado de turismo, no debe ocultar la inercia en la que se mueve la concejalía desde hace ya bastante tiempo. Si se recurre a la hemeroteca descubrimos como actividades poco más de las ya tradicionales y reiterativas rutas de tapeo.
Pero nunca faltan noticias sobre reuniones de trabajo, aperitivos de propuestas, mesas de debate, almuerzos de ideas, consejos consultivos y cenas de recapitulación, en las que, una y otra vez, se analizan los problemas, mientras que las soluciones que se aportan nunca se ponen en práctica. Las excusas no se toman vacaciones.