Garcia Madrid ha abierto la tercera jornada de la pasarela con una sastrería contemporánea, creada para un hombre real, una idea que también traslada Ailanto al universo femenino con originales y exóticos estampados o Ana Locking con piezas de lujo con mensaje social para hombre y mujer.
La firma Garcia Madrid ha subido a la pasarela una colección masculina de sastrería contemporánea, en la que han despuntado detalles deportivos. "Son piezas clásicas, con apuntes informales", ha explicado hoy a EFE Manuel García, diseñador al frente de esta firma que cuenta con cuatro tiendas, tres en Madrid y una en Chile.
Una renovada sastrería, de líneas depuradas, más actual, más urbana confeccionadas en algodón premium, lana fría o cashmere en diferentes texturas y estampados como multirayas, topos, cuadros vichy o cuadros ventana remarcados con lurex, ideados para el día.
Para la noche, el esmoquin, pieza de gala, que marca una etiqueta en el vestir, aunque Manuel García considera que "el protocolo es una idiotez, lo importante es la seguridad, la aptitud", dice el diseñador, quien propone en su lugar un traje de lana fría con sutiles flores silvestre bordados en la parte baja del pantalón.
Garcia Madrid tiene estilo propio e identidad. "Trabajo para no disfrazar al hombre, intento aportar frescura y novedad para que los chicos estén guapos", cuenta este diseñador galardonado con el último Premio Nacional de Moda al Emprendimiento, algo que le "sastisface", dado su empeño en renovar el armario masculino con elegancia.
A la hora de crear esta colección primavera-verano 2018, en la que también ha incluido varias piezas de invierno, Manuel García ha tenido muy presente el ajuar de su padre, "esa ropa que guardaba en un arcón de madera, que olía a alcanfor que se lucía para el paseo", detalla este jienense, nacido en Villacarrillo en 1970.
En la primera fila de su desfile, casi todas las caras del cine del español como Daniel Guzmán, Rubén Ochandiano, Jordi Revellón, Ricard Sales, Álvaro Morte, aunque el prefiere que le reconozcan por su trabajo.
Exquisitos estampados vuelven a instalarse en el nuevo trabajo de Ailanto, bajo la creatividad de los hermanos Aitor e Iñaki Muñoz, quienes se sumergen en la obra de la pintora norteamericana Jessie Arms Botke para dibujar flores y elementos vegetales que conviven con exóticas aves como flamencos, garzas, pavos reales o flamencos.
Un trabajo artesano realizado con distintas técnicas como la acuarela, la pintura al pastel, bordados, patchwork o hilos tensados", detalla Aitor Muñoz.
Ya con los tejidos elegidos y los estampados ideados, Ailanto confecciona un colección con más de cuarenta estilismos de siluetas fluidas, lánguidas y muchas superposiciones.
Las transparencias son una constante en este desfile en el que ha brillado un fabuloso vestido verde liso con suaves volantes que caían en forma de cascada en la parte delantera.
Junto a él, otros modelos con aperturas que se abrían a modo de alas o fuelles asimétricos, batas masculinas adaptadas a la silueta de mujer o sofisticados y relajados caftanes coloreados en coral, azul, verde, negro o amarillo.
Los complementos cobran protagonismo. Se han visto tocados de plumas teñidas en tonos empolvados, colgantes a modo de abanico, peinetas realizadas con semillas de fresco o pendientes largos de metacrilato, accesorios que han corrido a cargo de Marina Barturen.
Ana Locking ha subido a la pasarela una colección para hombre y mujer con dos patrones diferenciados, presidida por un busto gigante de Trump resquebrajado, "la imagen del poder actual, y su legión de seguidores", una metáfora que traslada a los patrones de su colección.
"Tengo la sensación de que vivimos en un mundo en el que lo social, lo religioso y lo político están crispados", dice la diseñadora, quien considera que los políticos son los nuevos "predicadores" del momento y los votantes, los nuevos "fieles".
Para construir la metáfora del poder, Locking dibuja líneas sencillas, limpias y estructuradas, al estilo militar, chaquetas sastre con trampantojos, donde los hombros se refuerzan con generosas hombreras como manifestación de "poder y solemnidad", que también se manifiesta en la paleta de colores en azul marino, dorados y el blanco de camisolas largas en algodón de seda.
En la segunda línea abundan los patrones fluidos y vaporosos "más personalizados", como bermudas, cazadoras bombers o vestidos en tonos festivos como verdes y rosas.