Es curioso, por no decir triste y lamentable, lo que les gusta a los dirigentes del PP, y algunos de sus medios de comunicación allegados, el construir conspiraciones para justificar sus propias miserias.
En la memoria de todos esta la famosa teoría de la conspiración que construyeron con lo sucedido el 11M, para intentar tapar la enorme mentira que nos quiso hacer tragar Aznar, de que los autores del atentado habían sido los terroristas etarras. Esto dio lugar a un ambiente político y social hosco y embroncado durante casi toda la legislatura pasada, hasta que la justicia puso a cada uno en su sitio.
Bien es verdad que aun hoy en día todavía existen algunos sectores que siguen aferrándose a la misma, y un medio de comunicación que sigue intentando justificarse y demostrar que todo lo que contaba no eran lo que eran: patrañas.
Con lo de la trama Gürtel, y el añadido del caso Palma Arena balear, han construido otra conspiración, aquella en la que los Jueces, Fiscalía y Policía se habrían confabulado con el Gobierno para hacer desaparecer al PP. Si en la del 11M todo se trataba de tapar una mentira masiva, en esta intentaban tapar la enorme corrupción que asola a muchas instancias y gobiernos del PP.
La memoria suele ser flaca, por eso conviene recordar las graves acusaciones vertidas por la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, en las que denunciaba que se estaban haciendo escuchas telefónicas a los dirigentes del PP, llegando incluso a amenazar con llevar asunto se al Parlamento europeo. Por supuesto que no lo han realizado, el ridículo que podrían haber hecho en Europa hubiera sido antológico.
Protestaron airadamente por las formas en que se llevaron a cabo las detenciones de sus dirigentes en Mallorca, pero callaron ante el esperpéntico sobreseimiento del caso de cohecho de los famosos trajes, gratis total, de Camps, por el Juez más que amigo de este, que debió haberse inhibido.
Atacaron y vilipendiaron al juez Garzón, sugiriendo que el haber pertenecido a un gobierno socialista le llevaba a ser parcial y perseguirles, es decir, prevaricar.
Pues bien, como era de esperar, la operación Pretoria, en la que están implicados políticos socialistas y nacionalistas catalanes -que también fueron esposados-, deshace como un azucarillo todas esas denuncias tendenciosas y calumniosas. No solo por estar involucrados otros partidos sino porque el juez que lo está instruyendo es el mismo que el de Gürtel: GARZÓN.
No es este el único caso que les quita la razón, también lo hacen el de la estafa del Palau de la Música de Barcelona y el del Ejido. Que malo es, para la salud democrática de un país, que el principal partido de la oposición, con posibilidades de gobernar, ataque de forma tan irresponsable al Estado de Derecho.
¿Hay hoy en día más corrupción? Esto merece otro artículo, pero yo creo que no, lo que pasa es que la potenciación de la Fiscalía Anticorrupción, a la que el PP se oponía, esta dando sus frutos.
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