Para forjar un nuevo humanismo
Queridos lectores, no es fácil agotar el tema sobre el momento que estamos viviendo en el mundo de hoy, del cual Cuba no es una excepción ni mucho menos, que se caracteriza por un conjunto de coyunturas, crisis y situaciones particulares y generales que nos plantean la realidad de una nueva era...
Esta nueva era evidentemente necesita de la forja de un nuevo humanismo tal y como planteó en días pasados en La Habana el Rector de la Universidad chilena Alberto Hurtado, Padre Fernando Montes Matte S.J. En mi criterio esta nueva era no necesita mucha fundamentación. Concuerdo que muy especialmente requiere de una premisa muy importante que es abrirles el corazón a todos con especial preocupación por los que piensan distinto.
Yo coincido plenamente que ese es un principio básico porque la intercomunicación universal que caracteriza esencialmente a nuestra era, facilita un acercamiento prácticamente en tiempo real del pensamiento que se manifiesta y genera en las diversas latitudes planetarias. Ese acercamiento como nunca antes nos pone en diálogo con los demás y ese diálogo deberíamos aprovecharlo para lograr una mayor comprensión entre todos los seres humanos sobre nuestro destino común y lo absurdo que son las guerras y las violencias que nos enfrentan unos a otros y que pujan por la destrucción de lo que hemos ido creando como resultado del ejercicio de nuestra capacidad de creación que es uno de los dones que nos hacen a imagen y semejanza de Dios según creemos los cristianos.
Respeto profundamente a los que no comparten este criterio cristiano y pienso que por ahí tendríamos que comenzar todos, respetarnos unos a otros, no tratar de imponer a los demás por la fuerza expresa o sutil nuestras convicciones. Sería muy contradictorio hablar de un nuevo Humanismo que caracterice a un nuevo mundo mejor posible practicando las guerras, la violencia y la fuerza hacia los demás.
El nuevo Humanismo de que hablamos debería ante todo estar despojado de los grandes errores históricos del pasado, de los conceptos de explotación de unos seres humanos sobre otros, de la despreocupación por lo más débiles e indefensos y de toda acción de sojuzgamiento, rencor y odio. Yo pienso que una plataforma común aceptable para la diversidad de culturas, historias, pensamientos, creencias e incluso cultos que conforman las sociedades del momento, es ponernos de acuerdo a favor del amor como sentimiento básico central del cual podríamos generar todos juntos un nuevo humanismo que caracterice la convivencia universal, la paz y la justicia social. Dejar a un lado los egoísmos que hoy podrían ser un factor muy peligroso, capaz de inducir las prácticas propias de un modo de vida ya presente en nuestro planeta y que lo está consumiendo a un ritmo muy preocupante con efectos que podemos sentirlos efectivamente en las distintas latitudes en que habitamos. La tierra se está quejando, sus males llegan hoy a límites inaceptables. Tenemos ante nosotros la necesidad de hacer un frente común por el amor y la paz. En estas circunstancias, urge el nuevo humanismo y se justifica como nunca antes. Sus características básicas esenciales, pienso y resumo que son el amor, la paz, la justicia social y la no violencia. Resultan esencias integrales y multiformes, que no admiten violaciones circunstanciales de ningún tipo porque se sostienen unas a otras.
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