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Miércoles 27/11/2024
 
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De gobierno y oposición

¿Qué es peor, recibir un bofetón o no tener capacidad de respuesta como pueblo unido? Es un dilema un tanto extraño, lo reconozco, pero yo no lo he inventado.

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Y otras cosas del montón, cabe subtitular este artículo pero suena vulgar. A veces lo que más salta a los ojos no lo vemos y, si está en primera fila cuando miramos al fondo, tampoco. Digo esto por lo del pobre barco secuestrado, que soporta peor la marejada ibérica que la somalí; entre familiares y políticos se empeñan en poner nerviosos a los diplomáticos en una exigencia que aparece al ojo del común como poco sensata.
Un alto cargo en femenino aseguraba hace un rato que lo han hecho mal desde el principio mientras el ministro hacía el comentario de que 'esa señora no da una': primero ayudar y ya vendrá la crítica. Todo esto, y mucho más que indica atraganto de criterios, se oye sin mover el dial de la radio y por el mismo precio, de tal forma que, cuando el hombre medio intenta lamentarse, no sabe a dónde dirigir sus sentimientos. ¿Qué es peor, recibir un bofetón o no tener capacidad de respuesta como pueblo unido? Es un dilema un tanto extraño, lo reconozco, pero yo no lo he inventado.
Siempre volvemos al mismo comienzo. ¿Cuántos años en la historia de este país han habido épocas de bonanza? Rellenad como queráis esta palabrita, pero sabed que me refiero a épocas en que no se haya favorecido peligrosamente el desnivel entre clases sociales por falta de oportunidades. Ahora que hemos dicho, al menos lo hemos escrito, "somos libres", no nos queda más remedio que admitir a los más marginados, los más deformes o los peor educados moralmente hablando. Presentan dificultades tanto los que se acostumbraron a estar pisados en una resignación endiablada como los que se acostumbraron a pisar y ahora no hay dios que los cambie. La soberbia y el odio resentido, malos compañeros de viaje.
Pues no tenemos más remedio que contar con esto y tratar de salir adelante. Cuántos estamos de buena voluntad, me gustaría saberlo. Debemos ser más de lo que parece a juzgar por el comienzo, aunque estuvieran los mezquinos sometidos al miedo de la mayoría. Comenzamos dando ejemplo a Europa a la muerte de la dictadura y debemos seguir sembrando confianza o mal avío nos aguarda. La corrupción ha sido un gran traspié del que no hemos salido y ya veremos cuándo; mientras anden discutiendo los guardianes de si galgos o podencos, continuará este aplico a la cartera ajena, a la olla grande que decís aquí. No hacemos bien ni la oposición, que es lo más sencillo. ¿Quién empezó con este despropósito?
Nos convenía hacer un culpable pero no es fácil. Se dice que mandan en cada partido los más exaltados, otros afirman que está en la política todo el que es un fracasado en la vida, que los mejores no quieren saber nada de responsabilidades públicas. ¡Yo qué sé cuánto se dice! Puede que nos convenga escuchar menos en los mentideros y acogernos al buen criterio de arrimar el hombro. Se sigue diciendo que como sólo se presentan los mediocres, el voto no soluciona el problema: es elegir entre malo y peor. Así está el pueblo de pesimista. Yo sin embargo no quiero pasar por ahí; hay gente admirable, con algunos de los buenos basta. Pienso votar por la moral, por el que no busca privilegios, por el enamorado de la honestidad, contra los enchufes y contra el que miente. Voy a fijarme muy bien… pero no como el mochuelo.

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