“Han ido a misa los olivos,/ hoy es la iglesia un olivar./ Que Dios asperja los cultivos/ y junte al cielo con el mar./ Poniente gris y lluvia fina,/ ramos de olivo en el balcón./ Se pone el cielo en su anguarina/ y se suma a la procesión./ Señor, fue larga la sequía,/ ven a nosotros que es abril./ Y corra el agua en romería/ por las chumberas del carril./ Aunque las ruedas de aquel carro/ vuelvan a hundirse hasta los ejes/ y el puje el buey, rojo de barro,/ en los relegues./ ¡Si esta lluvia es agua bendita!/ ¿No a venirle al campo bien?/ Aunque se moje la borriquita/ y se arríe Jerusalén”.
El gran poeta Aquilino Duque dedicó estos versos al Domingo de Ramos o, quizás, al olivo, a la cultura del campo. Pero es primavera y el Domingo de Palmas ya ha cumplido su cometido evangelizador en un día, como marca la tradición en el barrio de María Auxiliadora, de gran gentío y júbilo. La hermandad que pone en la calle los pasos de Cristo Rey en su Entrada Triunfal en Jerusalén y Nuestra Señora de la Fuensansta se alió con la meteorología para recibir la bendición de palmas y la de un día radiante, limpio.
La procesión, acompañada por sus característicos nazarenos vestidos con túnica marfil y cíngulo rojo, de los entrañables romanitos y de cada vez menos acompañantes de hebreo, representó una vez más la escena que abre la pasión de Cristo en los marcos de los evangelios y de la Semana Santa arcense.
La música corrió a cargo de la banda del Cristo de la Buena Muerte de Paterna de Rivera, contratada desde hace años por la cofradía para su día grande.
El paso del Cristo lució con flores granates a diferencia de otros años que se había optado por el rojo vivo. La Madre lució con margaritas, de blanco inmaculado y bien mecida por su ducha cuadrilla.
La presidencia contó con la presencia de la Iglesia representada por el párroco de María Auxiliadora, Juan Manuel Sotelo, y el hermano mayor de la corporación, José Serrano. Antonio Castellano y Mercedes Perdigones volvieron a dirigir los pasos del cortejo, el cual se hizo especialmente bello en la salida de la procesión, plaza Modesto Gómez y La Caridad.
Gran ambiente en todo el barrio, donde las terrazas tuvieron problemas para atender la avalancha de público. La falta de aparcamiento fue notable en las calles, lo cual es sintomático de las muchísimas personas que vivieron en el Barrio Bajo arcense el día de La Borriquita.