Cádiz en danza dejó de bailar ayer. Lleva haciéndolo 21 años seguidos, con permiso del paréntesis de la pandemia, y sus coreografías convencen tanto, sus espectáculos atraen tantos ojos, sus actividades congregan a tantos participantes, y sus convocatorias suelen llenar todos los espacios donde se organizan que sus responsables han comenzado a preocuparse. ¿Y si morimos de éxito?, se han preguntado sus responsables. La próxima edición, la 22, tendrá en cuenta esta reflexión y evaluará la posibilidad de descartar los espacios pequeños para ampliar la posibilidad de que el festival siga creciendo, como crece su público. Arnau Pérez , a pesar de su corta edad, no para de acumular premios. Formado en el Conservatorio Superior de Danza María Ávila de Madrid, dirige su propio proyecto de compañía y ha traído hasta Cádiz su espectáculo Single.
Con la metáfora del disco de vinilo, cuenta mediante su coreografía lo que supone tener personalidad propia en un mundo donde el esfuerzo del éxito, la lucha por llegar a la generalidad del público pone en riesgo la individualidad y diferencia de cada artista. Cádiz en danza, que había querido traerlo varias veces, organizó su espectáculo en el espacio Carlos III, pero cuando el bailarín se dispuso a interpretar su espectáculo se dio cuenta de que había mucho más público del esperado, y que tantas personas habían ocupado parte del espacio que él iba a utilizar. “Ha sido una experiencia hermosa, con esa avalancha de gente”, reconoce. La idea es que Pérez apareciera por un lateral bajo unos arcos de esta balaustrada junto al mar, pero el público había ocupado toda la acera, así que solo dejó un pequeño espacio para el baile en el centro. Sin preverlo ni pretenderlo, los asistentes habían formado un círculo, justo la metáfora a la que alude el espectáculo del artista: un círculo con forma de vinilo. “Mi espectáculo Single tiene la voluntad de transformarse para que en cada espacio donde se representa tenga una adaptabilidad.
Lo que ocurrió en Cádiz, la interacción con tanto público y tan joven, me sirvió para representar a las nuevas generaciones, su individualidad relacionada con el éxito”, explicó el coreógrafo Pérez vio cómo su público de Cádiz en Danza, tal y como ha planteado en su obra, “rodea y encarcela al artista en un lugar circular. Y aquí pasó literalmente porque el espacio se cerró y formó un círculo, un vinilo”. No era lo previsto, pero le vino ideal para conformar el significado de este espectáculo con el que ya acumula varios premios. Ha sido elegido como la mejor coreografía en el 24 MasDanza, además de llevarse el premio del público en el certamen coreográfico de Madrid. Se queda pequeño Lorena Benot, la directora artística de Cádiz en danza, está acostumbrada a los éxitos de público de cada edición. De hecho, es una de las cosas que más se ha trabajado: cultivar la cantera, atraer espectadores en conservatorios, escuelas de danza, institutos... También se ha cuidado la fidelidad del público.
“Tenemos personas que nos piden las fechas de un año y otro para organizarse las reservas del hotel”, cuenta. Y se ha conseguido a una gran afición por la danza, que ha ayudado en ganar prestigio e interés por el certamen. El problema es que este año especialmente han tenido que cerrar las puertas en algunas salas y espacios por superarse el aforo, con una importante cantidad de personas que se han quedado fuera. El festival está concebido en horario, de forma que el interesado pueda asistir a todas y cada una de las actividades, con lo que dejar a gente fuera nunca está en los planes. “Va a ser una de las cosas que revisemos. Algunos espacios se han quedado pequeños, obviamente”. Cádiz en danza ha encontrado, además, una de sus señas de identidad en el uso de espacios al aire libre. Entrecatedrales, el Paseo Carlos III, la Alameda... han cobrado una nueva dimensión gracias a las coreografías. De ahí, que elegir el lugar adecuado para cada espectáculo se haya convertido en una obsesión. También tendrán que introducir la variable del tamaño.