Las palabras del ganador del Nobel fueron escuchadas en el Ayuntamiento de Oslo con la voz de la actriz noruega Liv Ullman, que leyó un texto pronunciado por Liu el 23 de diciembre de 2009, en el juicio en el que se le condenó por incitar a la subversión como coautor del manifiesto Carta 08.
Frente a lo que él definió como la “mentalidad del enemigo” del régimen chino, Liu dijo no tener “enemigos” ni sentir “odio”, porque esa forma de pensar “incitará a luchas mortales y crueles, destruirá la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultará los progresos de una nación hacia la libertad y la democracia”.
En No tengo enemigos, mi declaración final, título del discurso, Liu admitió no obstante progresos, y resaltó que la reforma y la apertura impulsadas en China tras el fin de la era del dirigente Mao Tse-Tung fueron un “proceso de debilitamiento gradual de la mentalidad del enemigo y de la psicología del odio”.
Ese proceso favoreció, a juicio del ausente Liu Xiaobo, el desarrollo de la economía de mercado, los avances hacia el Estado de derecho, la diversificación de la cultura y también una mayor tolerancia respecto al pluralismo social por parte del régimen.
Como ejemplo mencionó la aceptación de la universalidad de los derechos humanos que fueron incluidos en la Constitución china, de ahí que considere su condena “inconstitucional”, porque entiende que sólo ejerció su derecho a la libertad de expresión.