Nació en el hospital de Mora y su infancia y juventud las vivió en el barrio de La Viña. En 1992, a los 20 años, aprobaba sus primeras oposiciones como Policía Local. En 2006 se fue a otra delegación del Ayuntamiento, Inspección Fiscal, donde también sacó la oposición de la plaza. Está casado y tiene dos hijos, de 15 y 18 años.
Se considera bastante político. Ha estado vinculado a cualquier situación política que pudiera tener alrededor relacionada con las políticas sociales y los inmigrantes. El primer paso lo da en política con Izquierda Unida. Después del proceso de Primarias, “me retiré a digerir situaciones, cuando Podemos me contactó, incluso antes de acabar las Primarias. Tras acabar el proceso, me llamaron para ver las visiones que podía compartir de modelo de ciudad o con su línea política”. En conclusión, fue Podemos quien le propuso entrar en la lista, aunque tras las Primarias, de lo que “menos ganas tenía era de entrar en política”, asegura Navarro.
Del 13 de junio, cuando tomaron posesión, ¿qué primer recuerdo o sensación tiene?
–Fue todo muy rápido desde constituirnos en agrupación electoral, recogida de firmas, proceso burocrático... Todo vertiginoso y acelerado. Recuerdo la sesión de investidura y cómo se rompió el ambiente de pasar del salón de Plenos a compartir la alegría de la plaza. Fue como diciendo ¿dónde nos hemos metido? Era todo muy burocrático, pero cuando traspasamos el umbral de Alcaldía y escuchamos el estruendo de la calle fue como un bocado de realidad, como la película, diciendo, ya se ha pasado de la alfombra roja a la realidad de la gente que te va a exigir durante cuatro años políticas de acercamiento a la ciudadanía
¿Y sigue siendo el mismo David Navarro que entró a formar parte del Gobierno de la ciudad?
–Esencialmente sí. Yo era igual de serio antes, aunque tengo una faceta que es la extroversión que puede sorprender a la gente. Pero mi rictus viene de serie y es seriedad. Intento quedar con mis amigos, me siguen gustando las mismas cosas. Soy fanático del Cádiz. Antes hacía deporte a diario y ahora para nada, y me está pasando factura. Y al menos, un par de horas de lectura que ya no son nada. La agenda es apretada, por la noche respondo a los correos y los whatsapps, y con una intensidad de actividad que debería cortar, pero no puedo. Uno de mis principales defectos es que soy muy autoexigente.
Hablando de autoexigencia, si volviera la vista atrás, ¿volvería a actuar igual con la venta del módulo hotelero del Estadio?
–Actuaría exactamente igual. Quizá pequé de inocente por el hecho de que no pensaba que hubiese tanto interés para que no se vendiese. La política tiene que ser un bien compartido, un interés común, yo me hubiese alegrado si otro que estuviera gobernando lo hubiese vendido. Era una apuesta por crear empleo en un hotel de tanta envergadura. Si hago una reflexión sobre ese año que me dediqué a intentar vender el Estadio en cuerpo y alma, pequé de inocente porque me rodeaba demasiada maldad.
¿Es diferente la burocracia del Ayuntamiento que la calle?
–Sigo siendo el mismo que se pone el chándal para ir a comprar el pan, sigo viviendo en Cádiz, tengo los mismos hábitos. La sensación de cercanía con la gente de la calle me llena de vitamina. En el episodio del Estadio -a pesar de que no tengo el carisma del alcalde, en el cuerpo a cuerpo que es brutal y que percibe esa cercanía de la gente -noté ese calor. La gente me paraba para decirme que ‘ni se te ocurra dimitir, no tienen razón y no pueden ganar la batalla’, tanto cuando iba solo como con mi familia y me dieron mucha fuerza.
¿Cómo fue el episodio de la reprobación?
–No fue agradable porque sobretodo no fue justo. Me encontré con una situación heredada. Fue el intento de cobrar una pieza a cualquier precio. Era una pieza codiciada, pero fue injusto. Yo he sido de las personas que en esta legislatura he pedido disculpas en esta legislatura unas cuantas veces y así lo haré cada vez que tenga que hacerlo. Pero en este caso particular, dedicando un año a intentar vender un patrimonio de la ciudad, con un pliego muy rígido y que no se vendiese... Estoy convencido de que hubo manos negras. Me parece totalmente injusto.
¿En algún momento contará las negociaciones?
–Sí porque el hotel lo venderé. Ya es un reto personal.
¿Considera que en la crítica política se ha hecho uso de su vida personal para atacarle?
–A mí me molestan dos cosas sobre manera: que se usen temas personales y se saquen situaciones familiares mías, por ahí no voy a pasar ni entrar siempre que no haya habido un beneficio político anterior o posterior. Yo no voy a entrar, siempre que no entren en las mías. Han intentado denigrar la labor que he realizado en la Policía Local. Frases como ‘usted es el guardia de la porra’, molestan porque no hay ningún trabajo indigno. Intentar denigrar a alguien por una cuestión profesional me parece indignante.
¿Qué opina de la oposición?
–Tengo un concepto distinto de lo que es la oposición. En ella está fiscalizar la labor del equipo de Gobierno y ahí nunca me voy a meter, pero tienen una labor que la dejan en la cuneta, que es ayudar, intentar asesorar y mejorar la gestión del equipo de Gobierno. La labor de la oposición en estos tres años ha sido intentar destruir, desgastar al equipo de Gobierno. Y eso enfada. Nadie de los que entró a gobernar tenía la experiencia ni el rodaje previo. A nosotros no nos dejaron ni un solo día, desde el primer día nos estaban exigiendo, desgastando y una premisa clara: intentar quitarnos de en medio. No es enfado. Es pena, debería haber tenido un protagonismo más relevante y no ha sabido aprovecharla.
¿Incluye al PSOE en el intento de quitar de en medio al equipo de Gobierno?
–Claro, aunque haya tenido una labor constructiva con los presupuestos. No entiendo que me quisieran apartar de la negociación. Ellos fueron los impulsores de mi reprobación, que fue por algo más personal que político. Intento tener la mejor relación personal con los integrantes de la oposición, hay quienes no tienen esa deferencia conmigo. Lo del PSOE ha sido bipolar: te quiero ayudar pero con la otra mano te pego un guantazo. Nosotros siempre hemos estado con el recelo, aunque aplaudo el apoyo en los presupuestos. Les invito a que sigan con esta misma actitud. Con este PSOE sí me quedo. Si hacemos balance, la labor destructiva ha sido más porcentualmente mayoritaria que constructiva, me gustaría que el año que falta no fuese así.
¿Cómo estaba la ciudad cuando llegaron al Gobierno?
–Estaba adormecida, con un potencial tremendo que estaba sin aprovechar. Tenemos que ver cómo intentar explotar el potencial y trabajar con grupos inversores porque a Cádiz hay que tenerla en cuenta,
¿Y ahora? ¿Creen que han conseguido eliminar ese miedo a Podemos?
–Con las entidades bancarias tenemos un ejemplo. En julio de 2015 para una operación de Tesorería de 43 millones de euros, para el pago a proveedores, nadie se presentó. Hubo otra de 35 millones que tampoco se presentaron y en marzo, una de 23 millones de euros donde se presentaron dos entidades. La última operación ha sido con Unicaja (10 millones) y BBVA (2,5 millones). Cuando llegamos al Gobierno de la ciudad nos veían como si fuéramos animales exóticos pero hemos conseguido que los proveedores estén cobrando en 25 días y que se reduzca la deuda consolidada en un 40 por ciento.
¿Le hubiera gustado que le adjudicaran otra delegación?
–Cuando tuve la reunión con el alcalde para el reparto de delegaciones, le pedí, por haber sido funcionario y policía, no ser delegado de Personal, ni de Hacienda, ni de Policía. Y me dijo... No te preocupes (se ríe). No es bonito trabajar con números e intentar reducir deuda, y convencer a tus compañeros que hay políticas que no se pueden impulsar porque no hay dinero. Es un trabajo necesario, pero en la sombra. A veces, tener tantas competencias no me ha dejado tiempo para centrarme en algunos temas.
¿Se va a presentar a las próximas elecciones?
–No sé ni lo que voy a comer. Entre otras cosas porque me lo tengo que preparar yo. Así que imagina qué puede pasar dentro de un año.
¿Tiene ganas de presentarse?
–Está condicionado a muchos factores, hay que diseñar una estrategia de aquí a un año de cómo se va a componer una lista, una línea política. Es pronto, aunque tengo mi decisión pensada.
¿Qué resultados van a sacar?
–Mi parte humana, me pide no tener mayoría, el consenso, el debate con otras formaciones es lo más sano. Pero creo que vamos a intentar luchar por sacar mayoría.
¿Qué relación tiene con el alcalde?
–Muy buena. Tiene en cuenta mi opinión. Nuestra relación es de lealtad mutua, aunque, a veces, discutamos.
¿Cómo le justificó el alcalde apartarlo de la negociación de los presupuestos?
–Por el bien del acuerdo. Me quedé a un lado por una decisión personal, o daba un paso al lado o explotaba. Suelo aparecer en los actos institucionales, la agenda, las refriegas...Era demasiado.
¿Cree que han cumplido con su electorado?
–En cuatro años no da tiempo de realizar un proyecto de ciudad que permita ver que se ha dado la vuelta al modelo. A Cádiz le falta confianza desde el exterior, con los recursos que tiene la ciudad, debemos aprovechar el pulmón que está en desuso: la Zona Franca.
¿El logro estrella del equipo de Gobierno será haber pagado las facturas?
–No quiero que el logro estrella sea pagar las facturas de otros. Nosotros llegamos para tapar la sangría del Ayuntamiento, después de 20 años de despilfarro y lo conseguimos; el pago a proveedores y en tercer lugar implementar nuestras líneas políticas. Hemos venido a hacer política no a ser buenos pagadores. Tener la posibilidad de dejar un Ayuntamiento armado económicamente que tenga políticas inversoras para los próximos años. Con estos presupuestos se van a ver cuáles son nuestras políticas en la ciudad. La gente quiere ver qué es lo que hemos venido a hacer.
¿Cómo ve a la gente?
–En la calle, la sensación que hay es que la ciudad está menos dormida. Hay un sector que lo está pasando realmente mal, muy castigado con el paro, y nadie se puede quedar en esa exclusión social con unos servicios básicos respondidos. Pero ahora tenemos que empezar a dar respuesta a las reivindicaciones de la clase trabajadora, que exige que hagamos lo suficiente para no ser únicamente ciudad dormitorio. Lo que pretendemos es poner de acuerdo a las distintas administraciones para que Cádiz sea referente y los que están fuera puedan volver a su ciudad de origen. Hay que apostar por políticas de viviendas, con ofertas a precios asequibles. Si hubiese una apuesta firme y consolidada en el tiempo para que hubiera un parque de vivienda adecuado a los bolsillos, atraería a gaditanos que tuvieron que irse en su momento.
¿Cuáles serán los hitos de cara a este último año?
– Intentar desarrollar todo lo que viene en el presupuesto. Políticas reales y sin precinto. Queremos intentar para que se invierta en la ciudad y que Cádiz sea reconocida no sólo por sus recursos, sino también por patrimonio.