“Cádiz está lleno de talento”. Da igual de dónde se proceda, del devenir que te haya dado la vida, que todo el mundo puede conseguir encauzar su vida y luchar por unos sueños que, en ocasiones están perdidos de la mano de Dios. Con esta perspectiva tan positiva, se manifestaba la representante de la asociación Alendoy -asociación que cumplirá su veinte aniversario-, Esther Benítez.
Con esta visión se encara el programa Incorpora con el que Alendoy, Equa, Fegadi y Cepa, vienen trabajando desde 2006, de la mano de la Obra Social de La Caixa y Fundación Cajasol. El objetivo: la inserción social y laboral de colectivos que se encuentran en una situación vulnerable. Alendoy se encarga de las mujeres y jóvenes, mientras que Cepa trabaja con reclusos y ex reclusos, jóvenes y mujeres en situación de exclusión social y Equa con personas con discapacidad.
Cada una de estas entidades tiene su cometido pero el fin es el mismo: la formación laboral de perfiles determinados. Se les ayuda a adquirir competencias personales, laborales y a que puedan realizar un mes de práctica en empresas. “Se intenta que se contrate a esas personas, y a día de hoy podemos decir que nuestras cifras de inserción demuestran el éxito del programa”. Alendoy firmaba hace un año un acuerdo de colaboración con la Asociación de comeciantes Cádiz Centro para que las personascon las que trabajan dentro de sus programas de formación laboral puedan realizar las prácticas.
Se trata de algo más que elaborar un currículum. Es que estas personas puedan demostrar y creerse su valía. En realidad, el trabajo de estas entidades se centra en tres pilares: la orientación vocacional; el entrenamiento en las competencias sociopersonales y las competencias claves para la integración social y laboral.
Los últimos en formarse han sido alrededor de 100 jóvenes, que han realizado siete cursos con las entidades del Incorpora. El miércoles, 28 de noviembre, a las 17.30 horas, será la clausura de los siete cursos que se han desarrollado a través del Incorpora. “Hay alumnos que nunca han estado en el Salón de Plenos y es toda una oportunidad para ellos”.
A través del programa en general se elabora un Itinerario Personalizado de Inserción (IPI) de cada uno de los usuarios. Que pueden ser desde jóvenes inmigrantes procedentes del sistema de protección de la Junta, hasta mujeres en situación vulnerable: monoparentales, víctimas de violencia de género, sin formación ni empleo... “Les apoyamos en todo el itinerario para que sean autónomos y puedan superar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran”, añadía Esther Benítez.
El trabajo de estos orientadores de Alendoy, y del resto de colectivos, se ciñe también a una labor terapéutica. A la persona que acude a la entidad, antes de pasarle cualquier cuestionario, porque lo que busca es un empleo, se la intenta conocer, saber cuáles son sus inquietudes, su situación social, educativa... Se trata de potenciar esos sueños que tuvieron en algún momento y esas competencias, a la vez que descubra e incluso conecte con aquello que más le gusta.
Dependiendo de la situación, la persona es derivada a formación o a la vía terapéutica, para abordar su situación. “Todo el mundo tiene talentos. La clave es dar con ellos, redescubir aquellos que incluso están olvidados”, describía la portavoz de Alendoy. El talento más la pasión consigue abrir las puertas.
Para ello es necesario un trabajo coordinado con las administraciones, trabajar en red para que no se disperse el apoyo a las personas que más lo necesitan. “Acompañamos a estas personas hasta donde ellos quieren. Ellos deciden, Tienen la libertad de poder continuar o parar en este camino”.
Muchas de las personas que acuden a Alendoy están “apagados y nosotros lo que intentamos es encender el interruptor” y que empiecen a andar aquellos que no veían la luz al final del camino y sobretodo que se lo crean.