Cuando esto suceda se espera que el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en ingles) produzca cientos de millones de choques frontales de partículas a una velocidad próxima a la luz, un momento crucial en el que la ciencia hará un viaje hacia lo desconocido.
Sin embargo, para llegar a esa fase decisiva, los científicos que trabajan en el acelerador todavía tendrán que superar varios desafíos en las próximas semanas y, sobre todo, asegurarse de que no se repitan problemas técnicos, como el que hace catorce meses causó una grave avería apenas nueve días después de iniciado el experimento.
A ese respecto, el director de los aceleradores del CERN, Steve Myers, se mostró confiado al afirmar que “el LHC es una máquina mucho mejor de entender de lo que era hace un año” y que, desde entonces, su equipo “ha aprendido de esa experiencia y desarrollado la tecnología que nos permite seguir adelante”.
Este gran invento, considerado una proeza de la ciencia, ha costado cerca de 4.000 millones de euros y su construcción ha requerido 12 años de trabajo y la colaboración de 7.000 científicos.
Se espera que la primera prueba exitosa del viernes signifique un punto de partida, esta vez imparable, hasta la culminación del experimento.
Así, el primer paso ha consistido en el lanzamiento de un haz de protones en el sentido de las agujas de un reloj y que dio una vuelta completa por el túnel del acelerador, de 27 kilómetros de largo y situado a 100 metros de profundidad bajo la frontera entre Suiza y Francia.
El director del CERN, Rolf Heuer, reconoció que “todavía queda un trecho por recorrer antes de que la física se inicie”.