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Miércoles 23/04/2025
 
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Torre Vigía

Viernes de Dolores, vigilia y los sabores que no se olvidan

Artículo de opinión de Juan Manuel García de Quirós, de El Puerto

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  • Garbanzos con bacalao. -

Como manda la tradición, lo primero es lo primero: felicidades a todas las Dolores, Lolas, Lolis y Lolitas. Que vuestro nombre siga llenando de dulzura cada Viernes de Dolores.
Y pienso que, más allá del menú, lo que estamos perdiendo son las tradiciones que nos unían en la mesa y en el alma ¿Os acordáis cuando éramos pequeños y nuestras madres nos advertían: “Hoy es vigilia, no se puede comer carne”? En mi casa, donde la carne era parte del pan de cada día —éramos familia de carniceros—, aquello sonaba hasta contradictorio.
Con el tiempo, confieso que no terminé de entender del todo eso de la vigilia. En aquellos años era habitual escuchar frases como: “Claro, los ricos, como pagan la bula, pueden comer carne”. Siempre me pareció que había otras formas de vivir ese ayuno, más allá de lo que hubiera o no en el plato. Pero con la Iglesia hemos topado.
Lo que sí recuerdo con cariño —y hambre— son los platos de aquellos viernes de abstinencia. Mi madre, que tenía manos de santa para la cocina, preparaba auténticos manjares. Garbanzos con espinacas o con bacalao, revueltos de espárragos, tortillitas de camarones… y ese plato que a ella le encantaba aunque a mí no tanto: las “papas al escándalo”.
Hace poco volví a probar sus garbanzos con bacalao y estaban para chuparse los dedos. Dicen que el vino mejora con los años; pues ese bacalao estaba para cantarle una saeta. Y si hablamos de dulces, que se aparten las tartas y los tocinos de cielo: donde esté una buena torrija, que se quite lo demás.
El broche lo ponía el Viernes Santo: papas fritas con huevos, ajitos picados y una telera de pan para mojar hasta dejar el plato limpio. Eso sí que era sagrado.
No sé vosotros, pero yo aún me acuerdo de esos viernes de Cuaresma.  
Y pienso que, más allá del menú, lo que estamos perdiendo son las tradiciones que nos unían en la mesa y en el alma.
Quizás recuperar esos platos sea también una forma de volver a lo que de verdad importa. Nuestra esencia.

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